16. Yendo a casa

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Cuando Off y Gun estaban saliendo del centro comercial, el teléfono del mayor sonó. Él contestó sin muchas ganas de querer hacerlo. Era la madre de Gun, ya había terminado sus compras e iba a pasar a recogerlos muy pronto. Una vez terminó la llamada, le dijo al menor que deberían ir yendo hacia el estacionamiento.

Gun no quería ir a casa todavía. Por alguna razón no quería apartarse de Off. Se había divertido mucho en el centro comercial; tenía ropa nueva y había comido algo rico. Y por supuesto, haber estado cerca del demonio había sido muy bueno también. Gun no estaba muy seguro de lo que sentía cuando Off estaba cerca, pero le gustaba.

Extrañamente, nunca se había sentido así estando cerca de él. Por supuesto, el estar convencido de que él le gustaba, hacía que su corazón latiera muy rápido… pero no tanto como lo hacía al estar con Off. Con el demonio, todo parecía tan natural. Gun se sentía feliz cuando le decía cosas lindas, aunque siempre se sonrojaba. Se sentía triste cuando veía aquella mirada triste y lejana que a veces tenían los ojos del mayor, y siempre quería hacerla desaparecer. También le gustaba mucho su sonrisa…

-          Vamos –Off dijo, sacando al dragón de sus pensamientos. Gun asintió y le sonrió.
-          Muchas gracias por hoy, fue muy divertido –Dijo y le dio un abrazo al mayor.

Off envolvió sus brazos alrededor de la cintura del dragón, enterrando su cabeza en el cabello castaño y suave. Aún no podía creer cómo esa chica humana había pensado que esos hermosos labios no eran naturales. Tal vez eran inusuales, pero si los mirabas bien, cualquiera se daría cuenta de que nunca habían sido tocados por esos extraños productos que los humanos se ponían en la cara.

Gun ladeó su cabeza en el pecho del demonio e inhaló su esencia, cerrando los ojos mientras se perdía en la calidez de Off. Éste lo pegó más a su cuerpo.

-          Esto se siente bien –Gun murmuró, su voz casi demasiado baja para que Off lo escuchara. El demonio no le respondió, solamente lo sostuvo fuertemente. El dragón tenía razón, se sentía muy bien. Era una sensación fantástica la de tener a su pareja entre sus brazos, escuchar su corazón, inhalar su dulce aroma.

Después de un rato ambos se separaron, sonriendo. No dijeron nada, pero los ojos de ambos se transmitían muchas emociones. Y Off se sentía feliz porque era él quien estaba haciendo feliz a su pareja. Esa era la mejor sensación del mundo.

Lentamente caminaron hacia el estacionamiento, sin decir nada. Off estaba sosteniendo la mano de Gun, pero el dragón parecía no notarlo. Bueno, en realidad sí lo hacía, pero le gustaba, así que no hizo nada por alejar su mano. Finalmente llegaron al carro de su madre, quien ya los estaba esperando. Gun no pudo evitar que un puchero se formara en sus labios.

-          ¿Se divirtieron chicos? –Ella preguntó, mirando las bolsas de ropa en la mano libre de Off.

Ambos asintieron y Gun comenzó a contarle a su madre todo lo que habían hecho ese día. Una vez que estuvieron dentro del carro, el menor no se detuvo y continuó platicando con la mujer. Off solamente lo observaba, viendo como sus ojos casi parecían brillar. Era obvio que se había divertido mucho. Después de un rato, Gun dejó de hablar. El demonio lo miró y sonrió al verlo bostezar enormemente. Luego sus ojos se cerraron e inmediatamente el pequeño dragón se quedó dormido.

-          Vaya, se durmió muy rápido –Su madre susurró, tratando de no despertarlo–. Gracias por haber cuidado de él. Creo que no lo había visto tan feliz antes –Añadió mientras se estacionaba frente a la casa de Off. El demonio frunció el ceño, habían llegado demasiado rápido.
-          No es nada, de verdad. Siempre estaré para él –Dijo, mirando al pequeño que dejaba salir leves quejidos en su sueño. Off suspiró y le acarició el cabello–. Está bien, bebé… –Susurró, inclinándose para dejar un suave beso en la frente de Gun– Todo está bien. Dulces sueños, amor –Le acarició el cabello unas cuantas veces más y se sintió tranquilo al ver al dragón sonreír mientras dormía– Supongo que ahora debo irme –El demonio le habló a la madre del menor, pues habían estado ya un rato estacionados afuera de su casa.
-          Lamentablemente sí. Pero estoy segura de que se verán de nuevo muy pronto –Ella respondió con una sonrisa– ¡Oh, el amor joven es tan dulce! –Soltó una risita, contagiando a Off. Era obvio de dónde había sacado su personalidad el pequeño dragón. Él y su madre eran muy parecidos, tanto por fuera como por dentro.

Off suspiró una vez más y salió del carro, despidiéndose de la madre de Gun. Cerró la puerta y observó una última vez a su pareja, durmiendo profundamente en una posición extraña, pero con una expresión tranquila.

Pronto el carro arrancó y ambos dragones desaparecieron de vista. Off entró a su casa con una sonrisa en los labios, recordando lo feliz que había estado Gun mientras compraban. Era tan lindo. Esperaba poder ver de nuevo a su bebé pronto.

Entró a su sala y se dejó caer en el sofá, encendiendo la televisión. Estuvo cambiando los canales durante un rato, sin encontrar nada interesante. Sus pensamientos se fueron a su pareja nuevamente, preguntándose si ya estaría despierto. Posiblemente no, en especial después de las compras. Gun se veía demasiado feliz saltando por aquí y por allá entre toda la ropa, pero Off estaba seguro de que eso era demasiado cansado.

Decidió apagar la televisión y tomar una siesta. La verdad era que él también había terminado cansado después de ir de compras. Bostezó y se acostó en el sofá, quedándose dormido pensando en Gun.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora