12. Las cicatrices del pasado

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Al día siguiente, Gun estaba parado frente al espejo de su pequeño baño, mirándose a sí mismo. Odiaba cómo se veía. Era tan pequeño y delgado; la vieja ropa que había dejado en casa antes de irse lejos le quedaba enorme. Sabía que había perdido mucho peso, pero no imaginaba que tanto. En realidad, le daba un poco de miedo. Incluso usando su propia ropa, se veía extraño... pequeño, como un niño perdido.

Su cabello seguía un poco despeinado, aunque ya había tratado de arreglarlo perfectamente después de lavarlo. Pero por lo menos ya no estaba sucio y se veía lindo. Miró nuevamente la ropa que tenía puesta; una playera blanca con una figura de dibujo animado y un par de pantalones jeans skinny que no se veían para nada como skinny en su cuerpo. Suspiró, lanzándole una mirada de enojo a su reflejo.

- Me veía mejor antes –Dijo, con un puchero en los labios. Habían pasado siete años desde la última vez que se miró en ese espejo, pero aún podría recordar lo emocionado, feliz y extremadamente nervioso que estuvo en aquella ocasión.

Casi como lo estaba en ese momento. Sentía que su corazón iba a salir de su pecho en cuanto pensaba que iría a ver a Off. Off, quien lo había salvado de algo horrible...

Gun tembló al imaginarse que lo hubiera encontrado alguien que tuviera otras intenciones con él, justo como su antigua "pareja". Sabía que no hubiera sobrevivido. Los recuerdos de lo que pasó en aquella fría y vacía habitación estaban grabados en su mente y probablemente no iba a poder olvidarlos nunca. Una lágrima bajó por su rostro al recordar la gélida mirada de aquel vampiro.

- ¡Cariño, ya baja o me voy a ir sin ti! –La alegre voz de su madre lo sacó de sus pensamientos.

Se observó una vez más en el espejo, suspirando antes de ir hacia la sala, donde la mujer esperaba por él. Ella miró a su hijo, mandándole una sonrisa algo triste. No podía creer lo delgado y enfermo que se veía su pequeño en su antigua ropa. Cuando lo vio antes pensó que solamente era la ropa de Off que le quedaba demasiado grande, o eso quería pensar... muy en el fondo, sabía lo delgado que se había puesto Gun. Y aunque no supiera mucho de lo que le había pasado, también sabía que la pérdida de peso no era el único signo visible. Cuando una de las mangas de la playera bajó un poco por su hombro, pudo ver una cicatriz rosa. No era muy aparente, pero estaba ahí. Y se veía dolorosa. La mujer no podía evitar arrepentirse por haberlo dejado ir tan pronto en aquel momento.

Aun así, ambos dragones forzaron una sonrisa en sus rostros; la de Gun un poco más genuina, muy seguramente porque iba en camino a ver a Off. Aunque odiaba como se veía, estaba muy emocionado por volver a ver al demonio. Su madre lo abrazó de repente, luego le sonrió y lo animó a caminar hacia el carro. Ella sabía que Off iba a poder sanarlo lentamente.

- Vámonos ahora cariño, estoy segura de que Off ya nos está esperando. Le escribí hace una hora diciéndole que llegaríamos pronto –Dijo, y Gun asintió con una pequeña sonrisa.

- Sí, vamos.

El viaje hacia la casa de Off fue corto. Casi demasiado corto. En el momento en el que Gun se sentó dentro del carro, las palmas de sus manos comenzaron a sudar y sus latidos se aceleraron. Estaba nervioso, pero feliz al mismo tiempo. Sabía que pronto vería al demonio, y eso lo ponía extrañamente feliz.

- Te ves como alguien que está a punto de casarse –Su madre lo molestó, haciéndolo sonrojar.

- Claro que no –Gun se quejó, frunciéndole el ceño a su madre desde el asiento trasero. Nunca le había gustado ir al frente.

- Claro que sí –La mujer dragón canturreo, sonriendo cuando escuchó a Gun soltar un bufido.

- ¡No te voy a hablar más! –Gun le respondió infantilmente.

- Oh, ¿de verdad? –Ella contestó, con una sonrisa traviesa en los labios. Pasaron la casa de Off y continuó manejando, pasándose a propósito. Soltó una risa cuando escuchó a Gun casi gritar.

- ¡Mamá! ¡Esa era su casa! ¡Da la vuelta, da la vuelta! –Él se veía realmente asustado.

Su madre no dijo nada, solamente dio la vuelta y se detuvo enfrente de la casa del demonio, sonriendo al escuchar a Gun quitarse el cinturón de seguridad a la velocidad de la luz. El dragón tomó la bolsa que tenía la ropa de Off y prácticamente saltó fuera del auto.

- Espérame cariño –La mujer dijo. Gun, quien ya estaba parado en la banqueta, comenzó a mover su pie impacientemente, esperando que su mamá llegara a su lado. Ella estaba contenta de que su hijo estuviera feliz de nuevo, pues cuando bajó las escaleras de casa se veía triste, perdido. Pero ahora que iba a ver a su pareja otra vez, se veía con mucha energía–. Bueno, el amor verdadero puede lograr muchas cosas –Susurró para sí misma, sonriendo cuando Gun se adelantó, queriendo ser él quien tocara la puerta.

Se veía tan inocente y puro de nuevo, como un niño. Sus ojos brillaban de emoción. Una vez que llegó a la puerta, tocó, con su mano temblando mientras que con la otra sostenía la bolsa. Pudo escuchar los pasos del demonio, y por fin, la puerta se abrió. Gun sonrió enormemente, mirando al hombre que le regresaba la sonrisa. De alguna manera, la bolsa cayó al suelo y Gun se aventó sobre Off, colgándose de él como si su vida dependiera de ello. Y no podría haberse sentido más feliz cuando unos familiares brazos se enredaron alrededor de su cintura firmemente.

- Hola –El demonio dijo, besando la cabeza del menor.

Gun respondió algo, pero no se logró escuchar bien ya que tenía la cabeza enterrada en el pecho de Off. Éste solamente sostuvo a su pareja más cerca de él, enviándole una sonrisa agradecida a la madre del dragón. Ella asintió y soltó una risita.

A Gun no le importó, lo único que le importaba en ese momento era que nuevamente estaba entre los brazos de Off, y eso lo hacía muy feliz.

La Historia de un Dragón Roto -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora