¿Ahora qué? ¿En dónde estoy?
Esperaba de pie frente a una puerta de madera dentro del laboratorio. Debía oír mi nombre para poder pasar a aquella sala aparentemente juiciosa. Junto a mí, estaba un chico, él tenía sus manos dentro de los bolsillos del uniforme y su cabello rubio se mantenía bastante desordenado, pero no le sentía tan mal. Sus ojos avellana tenían un brillo muy llamativo que logró captar mi atención mientras esperaba con su expresión fría detrás de la puerta.
Comencé a contemplarlo de mejor manera viéndolo sobre mi hombro, pero él me atrapó con mis ojos puestos en él y en sus finos labios esbozó una sonrisa arrogante.
—¿Estás nerviosa, Siete?
Su voz era muy profunda.
—Sí.... Creo que sí—respondí entre un tartamudeo.
—¿Crees?—su pequeña risa resonó ferozmente en mis oídos—no debes sentirte nerviosa; en realidad deberías sentirte honroda de que papá nos deje presentarnos ante los demás humanos.
—¿Por qué nos quiere en este lugar? No lo entiendo todavía...
A penas completo mi oración, el llamado de Jon nos hace girar hacia el frente.
—Ocho. Siete. Pueden pasar.
El chico a mi lado me echó un último vistazo y entró a la habitación mientras nos abrían las puertas. Yo lo seguí con pasos apresurados para que no me dejaran afuera.
Nos detenemos frente a una larga mesa, en donde la misma se encontraba en el medio del lugar acaparando casi todo el salón.
Habían muchos humanos sentados a los costados de la mesa. Era realmente fascinante ver a tantos como ellos en un mismo lugar.
Jon, quien estaba en una esquina de la mesa, se levantó poniéndose a nuestro lado con una inmensa sonrisa.
—Ocho y Siete son los experimento más avanzados que hemos logrado desarrollar en nuestra sede. Su gran trabajo en las áreas de prueba han traído resultados comprometedores para nosotros.
—¿Qué habilidades tienen?—preguntó un hombre al final de la mesa.
—Ocho,—Jon colocó su mano sobre la cabeza del chico—posee el poder de las alas ángel, éstas son una posesión de alas que permiten volar y lanzar sus plumas como si fuesen cuchillas (Las alas pueden ser invisibles y luego aparecer)—aclaró en un tono orgulloso.
—¿Y la chica?—indagó el mismo hombre.
—Siete tiene el poder de la telequinesis. La habilidad de mover las cosas sin la necesidad de ser tocadas.
Ahora tenía sus manos puestas en las cabezas del chico y de la mía.
—Ambos son Ramigüis con poderes muy desarrollados, los saben dominar a la perfección, así que creo que serían grandes armas para el gobierno estadounidense.
—¿Y dónde está el Ramigüis Supremo?—interrogó un humano canoso sentado a uno de los costados de la mesa.
—Aquí mismo, señor Freeman—una mujer se levantó entre el grupo.
—¿Ella?—se exaltó el mismo hombre.
—Ella—contestó Jon acercándose a la mujer.
—Un gusto conocerlos a todos. Mi nombre es Cinco y estoy dispuesta a ayudarlos en todo lo que necesiten—sonrió amablemente ante todos.
¿Cinco?
—Cinco es el Ramigüis supremo. Ella es la única capaz de crear más de su especie.
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Experimento Número 7 [#1 Bilogía Experiment] (EDITANDO)
Paranormal¿Crees en lo imposible? ¿Crees que es malo ser diferente? ¿Sientes que nadie entiende tu dolor? ¿Sientes como tu mundo se derrumba? La sociedad está podrida, y el ser diferente no es un delito. Un simple experimento salido de control escapa de uno d...