Hazme suspirar {Draco Malfoy y tú}

~55~

Los días se volvían más frustrantes y desesperados conforme se acercaba junio, sabía que estaba lista, no soy mala en ninguna materia para ser honesta. Era un poco distraída en pociones, pero gracias al profesor Snape, pude entender cada ingrediente de cada poción vista.

Draco a partir de su ataque, decidí no decirles a nuestros padres la verdad, él tomó ventaja de eso y pasaba más tiempo conmigo, yo no lo ignoraba y Draco lo aprovechaba muy bien. Me había dejado en claro que no pasaba nada con Madison, que era una simple amiga, solo que yo no quería creerle del todo, pero al final de darle mil vueltas, lo terminaba haciendo.

Todavía no le he confesado a Draco que me acosté con André, no era algo de lo que enorgulleciera, pero tampoco me sentía con la obligación de decírselo, es mi vida íntima. Yo sé que Draco se acostó con algunas chicas de Slytherin cuando terminamos y cuando lo ignoraba más que a una pared, eso lo tenía muy claro, es Draco Malfoy al final de cuentas.

—André —llamé en voz alta a la hora del desayuno. Estaba casi vacío, así que nadie prestaba atención, y el alumno más cerca de mí, estaba a una distancia de cinco metros.

Él, con la una mirada confundida, se acercó hasta sentarse a mi lado— Hace mucho que no pronunciabas mi nombre de esa manera tan gentil, _____.

—Si, no te hagas ilusiones —respondí rápidamente—. Solo para decirte que el juego se acabó.

—¿Juego? ¿De qué juego hablas? —preguntó con una sonrisa tonta y se alboroto el cabello.

Ese maldito, sabe que mi punto débil en él, es su melena. Me pasé el bocado de comida y continué—. Si André, esto, ya me cansé —hice un resoplido y le miré a la cara.

Su mandíbula marcada, sus delgados labios, su sedoso cabello, sus ojos verdes amarronados, tan diferentes que parecían que me invocaban… Maldición, no puedo caer y menos frente a él.

—Me refiero a volver como éramos antes de las vacaciones —repliqué en voz baja y desvié la mirada.

—Bien, como quieras —accedió con facilidad—, pero no olvidaré esa noche y tampoco esa cocina —me susurró en el oído y se levantó.

Ya de pie, a mis espaldas, me giré rápidamente y lo jalé de la túnica, haciendo que se arrodillara y su cara quedara a mi altura.

—Eres un idiota, ¿lo sabias?

—Seré tu idiota.

—Ahg —arrugué la nariz y lo solté bruscamente, volví a mi plato —. Ya vete.

—Te conquistaré _____, aunque te resistas —dejó en claro en mi oreja con una voz ronca que me hizo sentir cosquilleos en el cuello.

—Suenas como típica película romántica muggle —respondí girando levemente en dirección izquierda, donde estaba André sobre mi hombro.

—Lo sé, lo hace aún más estúpido —respondió él, con una risa leve desde su garganta.

Hice una sonrisa que me delató.

—Ahí está, una sonrisa perfecta, lo hago bien, ¿cierto? —agregó guiñándome un ojo junto con una sonrisa de oreja a oreja.

—Ya cállate André —ordené con una risita tonta y la mirada pérdida en él.

—Lo haré, pero jamás me rendiré —replicó suavemente y ahora si siguió su camino.

Otra vez hice esa sonrisa tonta mientras jugaba con el tenedor.

A la mitad de mi desayuno, la mayoría de los alumnos empezaron a llegar y obviamente Draco.

—¿Tan temprano te levantaste? —me preguntó Draco ocupando el lugar a mi derecha.