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Draco, Draco, Draco.

Era lo único que pasaba por mi mente en ese maldito momento. Y me sentía culpable por pensar tanto en él, cuando claramente tendría una cita con Noah.

Pero no, no podía hacerlo, no era justo para Noah, ni para él. No podría obligarlo a algo que él no quiere, algo que no es reciproco.

—¿Me esperabas? —pregunté, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado.

Noah se dio la media vuelta y me sonrió dulcemente.

No, no podía hacerle eso a Noah.

Él extendió su mano y pronto la tomé.

—Te ves muy... linda —dijo atónito, casi en un susurro.

Pronto sentí el calor en mis mejillas y bajé un poco la mirada.

Noah se dio cuenta de mi timidez y me besó los nudillos de la mano. Me dijo que lo siguiera y eso hice, sin soltar su mano.

Ya era muy tarde para pensar en Draco, porque quiera o no, al menos sabía que con Noah era algo real, algo que si podía tener futuro.

Aunque en realidad no sabía con certeza lo que teníamos, pero era claro que había algo.

Pero no lo admitiría, no respecto a Draco.

—_____, te traje aquí porque quiero decirte algo —habló delicadamente, sacándome de mis pensamientos.

Lo noté algo nervioso.

—Claro, dime —repuse con una leve sonrisa.

¿Era muy pronto para formalizar? ¿Noah de verdad me lo pediría?

—Mañana se seleccionan a los 3 magos para competir, y voy a poner mi nombre en el Cáliz de fuego.

Y esa simple oración hicieron que me cayera la realidad y se decayeran todas mis ganas de estar ahí.

Mi cara cambió de felicidad a tristeza en un segundo y no pude ocultarlo.

—Oye, tranquila, voy a estar bien —se inclinó un poco para estar más cerca de mí.

—Pero es muy peligroso, no quiero que nada te pase... —balbuceé.

Además de lo riesgoso que era, no esperaba eso. La verdad me decepcionó un poco.

—No te preocupes por mí, ya te lo había dicho que lo pensaría y lo más seguro es que sí... y bueno, aquí estamos.

—¿Solo eso necesitas decirme? —pregunté con un poco de esperanza.

¿Qué demonios me pasa? ¿Por qué ahora tengo la urgencia de tener novio?

—No —sonrió dulcemente—, sé que falta mucho, pero, ¿quieres ir conmigo al baile de Navidad?

—Ah, claro —acepté con una pequeña sonrisa—. Bueno... hace frío y creo que deberíamos volver.

—Cierto, tienes razón —me dio un beso en la mejilla y puse su mano en mi espalda baja.

¿Tanto para nada?

Al menos, al llegar a las mazmorras y antes de entrar a la sala común, me dio una rosa roja que estaba muy bien oculta en su chamarra. Me despidió con eso y un beso suave.

Entré a la sala común y ahí estaba Draco, dormido en el sofá. No pude evitar sonreír al verlo así, tan sereno.

No quería molestarlo, pero si no duerme en su cama amanecerá cansado y de mal humor, y la que tendrá que pagar las consecuencias seré yo.

Hazme suspirar {Draco Malfoy y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora