Capítulo 12

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El rizado veía con nerviosismo a su jefe, se veía algo molesto porque la chica se había ido, y algo le decía que él podía ser el culpable, estaba siendo una carga para Louis y era lo último que quería.

Con molestia el castaño se acercó hasta su asistente, abrió el maletero del automóvil y tomó al rizado entre sus brazos.

¿Qué pasa, doctor? —Harry preguntó con confusión.

Cállate. —Fue la respuesta del ojiazul mientras lo depositaba dentro.

— Pero ¿qué está haciendo, doctor? ¡Doctor!

— Este es el lugar en el que tienes que ir cada vez que me acompañe. —Louis dijo con nada más que molestia en su voz. —¿Me entendiste?

Pero ¿por qué me hace esto, doctor? ¿Yo que le hice? —El rizado sonaba asustado.

Porque de nada me sirves si eres tan FEO.

— Doctor, si quiere yo me voy en el autobús, pero no me haga esto. —El castaño solo rodó los ojos al ver las lágrimas acumularse en las orbes verdes del rizado.

Pero nada, feo, feo, feo. —El maletero fue cerrado dejando al chico adentro.

-—¿Qué le pasa, doctor? —Esas cuatro palabras parecieron hacer volver al ojiazul de su imaginación.

Cuando giró vio al rizado de arriba a abajo, su rostro lleno de preocupación. Confirmaba que todo lo había imaginado, dejó salir un suspiro cansado antes de hablar.

— Súbete al carro, por favor, súbete al carro. —Louis dijo frotando levemente su sien.

Harry podía notar que su jefe todavía estaba irritado, así que lo obedeció de inmediato.

Louis arrancó el carro con molestia dirigiéndose a la salida del lugar. Ahí pararon mientras abrían la puerta, pero antes de que pudieran continuar, el mismo hombre que anteriormente había perseguido a Harry, los detuvo.

— Muchas gracias, Ricky. —Louis dijo.

— No hay de que, doctor Tomlinson. Y le ruego que me disculpe por el incidente que se presentó con el jovencito, pero cumplía órdenes. —El tal Ricky, estaba en la ventana sonriendo apenado.

— No te preocupes, Ricky, pero quiero que le veas la cara bien a este jovencito, que no se te vaya a olvidar, que siempre lo recuerdes, porque la próxima vez que él me necesite, estás en la obligación de dejarlo entrar. —Ricky asintió con el rostro serio.

— Nunca se me va a olvidar esta cara, doctor. —El rizado se giró con timidez hacia el hombre que lo vio por unos segundos. —Que estén bien.

— Hasta luego. —Louis continuó el camino, pero luego de al menos un minuto en silencio, Harry comenzó a hablar.

— Eh, doctor, yo no creo que sea buena idea que yo vuelva a ese lugar. —El ojiazul no contestó y solo puso sus gafas de sol sobre su nariz. —Doctor, yo me siento muy mal porque tengo la sensación de que usted no llevo a su amiga a su casa por mí.

— ¡Ja! ¿Te parece que eso fue una sensación? —Por fin habló el castaño con un tono molesto. —¡Una sensación! Eso fue un hecho real, Harry.

— Pero, doctor, debió haberme dicho que me fuera, yo me habría ido en un autobús o en un taxi. —Harry sonaba completamente sincero al decir aquello, además que sus gestos demostraban lo apenado que se sentía.

— ¡Ya qué, Harry! ¡Ya qué! —Louis gritó, provocando que el ojiverde sólo agachara la cabeza jugando con sus manos. —Pero sabes qué, pensándolo bien, terminaste haciéndome un favor. —Louis ahora sonreía. —Me salvaste de una tentación, piénsalo, en este momento yo tengo demasiados problemas, demasiadas ocupaciones como para ausentarme dos horas de la oficina ¿no te parece? —El castaño dirigió su mirada brevemente hacia su secretario y este levantó la cabeza con una media sonrisa.

"Yo Soy Harry, El Feo"  L.S A.U Donde viven las historias. Descúbrelo ahora