Capítulo 39

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Las puertas del ascensor se abrieron, dejando salir a un hombre en traje con un maletín en mano.

— Disculpe. —El hombre se acercó al rubio que acababa de llegar a su escritorio. —Buenas. Necesito hablar con el señor Tom de Gyllenhall.

— Sí, está por allá, pero está ocupado trabajando, no se le puede molestar. Se desconcentra. —El tono de Niall era sarcástico, pues desde su lugar podía ver a los secretarios charlando en el lugar de Tom. —Está ocupadísimo. —Y después de decir aquello, se fue hacia la oficina de Samuel.

— Tom, mira quién llegó. —Olivia murmuró un poco alto asomándose al pasillo.

Los ojos del castaño se iluminaron en cuanto vio a su esposo al otro extremo.

— Gordito. —Dijo sin ocultar la sonrisa que casi le parte la cara.

— Mi gordito. —Fue la respuesta de su esposo, Jake, quien abrió los brazos para recibirlo, aunque quien terminó por acercarse fue él. —Mi amor. —Cuando estuvo lo suficientemente cerca, acunó el rostro de Tom, haciéndolo poner de puntitas para poder acercar sus rostros en un dulce beso casto. —Buenas. —Saludó al resto de los secretarios cuando se separaron.

— Hola, buenas tardes. —El resto del grupo saludó.

— Gordis, ¿siempre te vas de viaje? —Tom preguntó poniendo una de sus manos sobre el brazo de su esposo.

— Sí, mi amor, la camioneta de la empresa me está esperando abajo. —Sonrió cuando el castaño sacudió las pelusas de su saco negro. —Gracias. —Esta mañana me entregaron el dinero para el carrito. —Habló un poquito más bajo, abriendo su saco para sacar del bolsillo interior un sobre amarillo. —Así que esta tarde te vas para la compraventa de Julio, él ya está enterado, te está esperando. Te va a mostrar varios modelitos y tú escoges el que más te guste.

— Ay, mi vida. —Tom creía que podría correr una maratón con lo emocionado que se sentía, así en forma de agradecimiento se puso de nuevo de puntillas para dejar un sonoro beso en los labios de su esposo que sonrió en el medio.

— Mira, osito, esto es un esfuerzo muy grande, muy grande, pero no importa... no importa porque yo no quiero volver a saber que te montaste en un bus. —Con cariño acarició suavemente la mejilla del más bajo. —Bueno, me tengo que ir. —Sin embargo, abrió su maletín y de allí sacó un par de los chocolates favoritos de Tom.

— Gracias, mi amor. —En sus manos sostenía los chocolates y el sobre amarillo.

— Ah, no se te olvide, gordito, no se te olvide sacar a los niños este fin de semana, y tampoco se te olvide sacar de paseo a Barbie y Pompi, recuerda que los perros son muy susceptibles cuando uno no los saca a pasear. —De nuevo Jake se inclinó para besar dulcemente a Tom. —Nos vemos. Has luego, muchachos.

— Gordito, mi vida, ven. —El castaño detuvo a su esposo jalándolo del saco. —Te puse las pastillas en la maleta, te las tomas, una antes de cada comida. También va el repelente, ah, también va la gorrita, te la pones para que no te me vayas a ensolar ¿sí?

— Ay, tan divino, mi osito, gracias. —Jake de nuevo se acercó y frotó su nariz con la del castaño en un beso esquimal. —Yo te llamo todas la noches, te cuidas. Adiós, te amo.

— Sí, mi amor. —Tom parecía realmente ido con la presencia de su esposo. —¡Mi amor! —Llamó de nuevo al recordar algo. —Me vas a hacer mucha falta.

— Tú a mí también, mi vida. —Dejó un piquito de nuevo en los labios de su esposo. —Pero hay que trabajar. —Y otro más. —Adiós. —El más alto comenzó a caminar de espaldas sin dejar de ver al amor de su vida hasta llegar al ascensor y entrar a la caja de metal.

"Yo Soy Harry, El Feo"  L.S A.U Donde viven las historias. Descúbrelo ahora