- Prólogo -

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Damián

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Damián.

— ¿Hoy es el día? —me pregunta preocupada, su ceño está fruncido y sus ojos se ciernen sobre mí. Me parece ilógica su pregunta, ella sabe la respuesta, siempre la ha sabido.

Cuando nos reencontramos y sus brazos rodearon mi cuerpo inmediatamente se dio cuenta de que algo había cambiado dentro de mí, ya no podía ser el mismo después de todo lo que sucedió, ya no podía sentir como antes, todo perdió intensidad.

—Si —murmuro mientras llevo una lata de cerveza a mis labios y bebo—, no te tienes que preocupar por mí.

—Lo sé —resopla cansada y se sienta a mi lado en la acera. Miro hacia el cielo y observo su negrura, su luna, sus estrellas, y su jodida cara, porque todo me recuerda a ella, todo me atormenta y este día más que nunca.

Patético, eso es lo que soy. Mi corazón es un imbécil, mis sentimientos una estupidez, no hay nada razonable en la maraña de recuerdos que me inundan día y noche. La mirada de ella sobre mí no me gusta, sé que siente lastima mezclada con celos. Vaya locura en la que me he metido.

—Ha pasado un año —ella me acaricia el hombro con una de sus manos, mi cuerpo tiembla.

¿Ella cree que necesito que me lo recuerde? Intento vivir un día a la vez, ocupo mi mente en todo lo que puedo, me agoto física y mentalmente solo para olvidarla, porque creo que poco a poco dejaré de sentirme tan miserable.

—Pueden pasar mil, no me toques —le advierto mientras la fulmino con la mirada, ella quita inmediatamente su mano, nunca le he prohibido que me toque, pero este día no quiero a nadie a mi lado.

El calor de otra persona no apacigua mi fría soledad, entre más compañía tengo a mi alrededor, más solo me siento; tocar y sentir otros cuerpos me llenan físicamente, pero en mi cabeza solo está ella, sus sonrisas, sus caricias, su genio de los mil demonios. Nos entregábamos de una forma que nadie podría comprender o replicar.

Hoy es mi día para estar jodido, un día al mes donde me fundo en la miseria y en mi desgracia, un día entero donde puedo llorar si me da la gana, porque los corazones rotos duelen por toda una vida, porque un corazón roto te jode. Intento sobrevivir sin derrumbarme, pero necesito este día para llorar y lamentar lo que no puedo en los otros, necesito desahogarme, ser el Damián triste y herido que siente que su vida no tiene sentido, porque su sentido lo obligó a irse.

—Ha pasado un año, todos los meses haces lo mismo, es hora de que la superes y continúes adelante, no puedes seguir así Damián, ya no eres un niño.

Una parte de ella tiene razón, la otra está completamente equivocada, ¿Qué tiene que ver esto con ser un niño? No hay edad para sufrir, todos podemos derrumbarnos por la tristeza, llorar por un corazón roto.

—Hay meses en que caes borracho —continúa recordándome mi miseria—, hay otros en que te encierras en tu habitación a llorar por horas, odio verte así.

—Ella no me amaba —sigo sin dirigirle la mirada—, y no importa lo exitoso que sea en todos los ámbitos de la vida, sigo sintiéndome vacío, nada me llena y es por su culpa.

—Así es, ella te dejó y tú la dejaste a ella. Sufres porque quieres —su altanería me fastidia, quiero decirle que se largue, aunque sé que no lo hará—, conmigo nunca te pusiste así.

—Y la odio por eso —sonrío con frialdad—, ojalá nunca la vuelva a ver en mi vida, donde vuelva a aparecer la destruyo —hablo con rabia, con despecho—, mis recuerdos hermosos sobre ella han desaparecido, ahora solo aparecen en mi cabeza todos mis esfuerzos y su maldita indiferencia. Mientras yo hacía planes para enamorarla la maldita egoísta iba a follarse a otros.

—No hables así de ella, puedes arrepentirte.

— ¿Arrepentirme? —bufo y me levanto—, ¿Sabes de lo que me arrepiento?

—No lo digas —niega lentamente con su cabeza mientras continúa sentada.

—Me arrepiento de haberla conocido, de haberle entregado algo que era demasiado para ella.

—Damián... —me reprende.

—Me arrepiento de amarla.

—Entonces supérala y deja de autodestruirte una vez al mes, celebras el día que te dejó.

— ¡Como supero a alguien que no puedo olvidar! —volteo bruscamente y le grito furioso—, ¡Joder! Me duele como el carajo, me sigue doliendo.


Amanda.

Tomo varios mechones de cabello entre la mano y los retuerzo en los dedos. Estoy sentada en el borde de la piscina con los pies en el agua chaporreando de vez en cuando. Mi vida no ha sido perfecta, pero ha mejorado drásticamente, en este tiempo he comprendido muchas cosas que antes simplemente no podía.

La primera; no sé si Anderson ama a Grace, pero la respeta, la escucha, la aprecia, hay cariño, se nota en su mirada.

La segunda; Anderson está intentando cambiar conmigo, le es jodidamente difícil, pero Grace siempre está ahí para recordarle como debe ser un padre.

Y la tercera; si puedo enamorarme, puedo amar de una forma que jamás pensé, puedo desear tirar todo a la borda por esa persona, pero también puedo aprender a estar sin ella, es difícil, pero es posible.

Y sé que Damián está mejor sin mí, pero... ¿Yo estoy mejor sin él?


2023.

¡Iniciamos con esta nueva corrección!, verán actualizaciones seguido :P

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2022

Nota : Me dan ganas de entrar en el libro y darle un abrazo a mi pequeño :( Y, así es obsesionad@s, Damián tiene razón, no hay edad para sufrir por un corazón roto. Si te duele, llora, grita, derrúmbate, porque un corazón roto te jode. No es algo que tenga edad. Puedes enamorarte y destruirte a los 15, como puedes hacerlo a los 30.

A los adolescentes les dicen que están muy pequeños para sufrir por algo que no entienden, y a los adultos, que están demasiado grandes para dejarse afectar por esas tontearías como el amor. ¿Entonces, cual es la edad perfecta para sufrir por un corazón roto?

2022

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora