21. Alguien está siguiendo todos tus pasos

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Quería despertarme entre sus brazos, encontrar su rostro a poca distancia del mío y tener la seguridad de que todo estaba bien entre nosotros, pero no, Damián no me lo permitió

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Quería despertarme entre sus brazos, encontrar su rostro a poca distancia del mío y tener la seguridad de que todo estaba bien entre nosotros, pero no, Damián no me lo permitió. Me sorprende haber podido conciliar el sueño tan bien, ni siquiera me di cuenta de cuando se fue. Observo el techo de su habitación, no quiero moverme, no tengo fuerzas, esto es demasiado difícil.

Él siempre huye y yo intento atraparlo, es agotador.

Me levanto de la cama y me propongo continuar con o sin él, ya no voy a perseguirlo, estoy cansada de ilusionarme para que al momento me caiga un baldazo de agua fría, no vivo en un cuento de hadas, la realidad parece más una historia de terror.

Me dirijo a mi habitación y me coloco cómoda, bañarme me ayuda a despejar mi cabeza, también decido aplicarme una ligera capa de maquillaje, delineado, pestañina y un brillo de labios, no planeo lucir para nada lastimera o afectada por la situación en la que nos encontramos.

Ya no tengo trabajo, probablemente me quiten todo el dinero. Desgraciadamente, Anderson controla mis cuentas bancarías, tengo ahorros personales y legalmente eso no lo puede tocar, podría contactar algunos abogados y contarle a Grace lo que está sucediendo, pero quiero un momento de paz.

Me siento frente al computador y empiezo a mejorar la hoja de vida, Anderson intervendrá en todos los procesos de selección que me llamen, si es que me llaman, pero no sé qué otra cosa hacer, necesito trabajar, ganar algo de dinero para mudarme y contratar abogados que él no pueda sobornar.

Me levanto del asiento cuando ya ha caído la noche, nadie ha venido a molestarme. El estómago empieza a gruñirme y me dirijo a la cocina, no sin antes pasar por la puerta cerrada de Damián, sé que no hay nadie en esa habitación.

—Has huido, bestia —murmuro y continúo mi camino.

Me encuentro con Luisa y le menciono que tengo hambre.

—Ya mismo le sirvo algo —sonríe —, no quería interrumpirla, parecía muy concentrada y el joven me había pedido que le diera un tiempo a solas.

— ¿Viste a Damián? —le pregunto esperanzada.

—Si, vino a almorzar y luego se marchó.

Me entristezco un poco, no dejo que se me note. Al menos se dio cuenta de mi existencia. Luisa me sirve un gran plato de comida y me lo embuto todo sin pensarlo demasiado, cuando termino me dirijo a la terraza para tomar aire fresco, llevo el celular conmigo y decido encenderlo, me asaltan un montón de notificaciones, tengo mensajes y llamadas perdidas de Grace, Carol, Alex y Marcos.

Marcos.

Ver su nombre en la pantalla me recuerda el tema que he estado posponiendo. Anoche fingí estar dormida para disfrutar un poco más al lado de Damián, cuando este salió de la habitación me quedé unos segundos esperando que volviera, luego escuché su voz enojada y me levanté silenciosamente para saber que estaba sucediendo. Vi su espalda alejarse por el pasillo mientras bajaba el tono de voz hasta convertirlo en un susurro, no logré entender muy bien el tema del que conversaban, pero jamás olvidaré cuando pronunció el nombre de mi ex-prometido, eso sí lo entendí a la perfección.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora