48. Me dejaste solo.

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¡Holiiii! recuerden darle a la estrellita y comentar mucho :P

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Amanda.

— ¿Te quedarás callado? Es lo único que sabes hacer ¿No? Quedarte callado, no te esmeras ni siquiera en darme una jodida explicación —le gruño entre dientes.

Silencio, sigue en completo silencio.

Al menos esta vez sigue mirándome a los ojos, mostrándome su desesperación por decir algo que no puede. Me paso bruscamente las manos por las mejillas y limpio los rastros de lágrimas que no he podido retener.

No tengo paz, desde que vi esa noticia en el televisor mi mundo se ha desmoronado, triturado, incendiado, estoy en cenizas y aun así nadie me da un tiempo para descansar, quisiera sufrir únicamente por Alex, llorar por él, enloquecerme por su situación, pero no me lo permiten, siempre sale Marcos, Damián o Anderson con algo más para sumar a mi larga lista de desgracias. ¿Acaso solo me dejarán tranquila si muero?

Me incorporo y me dirijo a la habitación, le doy la espalda, ya no tengo más para decirle, todo lo que sentía se lo he gritado, ya ni siquiera recuerdo lo que salió por mi boca, solo me dejé guiar por la rabia, y según dicen, cuando uno está enojado suelta las verdades que más lo atormentan.

Soy un desastre, ya no tengo más lágrimas que derramar, abrir los ojos me arde, respirar me duele, quiero desaparecer y descansar, que todo se detenga, que me den tiempo para procesar, pensar y superar, quisiera que la vida fuera más buena conmigo en vez de soltarme todos los problemas en una sola tanda.

Hace poco he tenido que hacerme a la idea de que posiblemente esté embarazada y al despertar lo único que escucho es una conversación entre el posible padre del feto y mi ex-mejor amiga que ahora es su amante. ¡Genial! Damián se metió con media población femenina y no le bastó, tenía que meterse con la persona que me jodió, que expuso y provocó un desastre.

Es cierto que ella no tiene la culpa de mis acciones, yo fui la que tomé decisiones incorrectas, pero ella se aprovechó de mis errores para gritarlos a los cuatro vientos y joderme la vida, todo por despecho, porque Laura amaba a Damián, un amor que para mí era un mero capricho al principio y ahora es algo mucho más serio, pues ha perdurado tras el pasar de los años.

Intento cerrar la puerta y Damián mete el pie, gruño y retrocedo para dejarlo pasar.

—Déjame en paz Damián —no grito y no es necesario—, es más, deberías irte al pueblecito ese, refúgiate en el que era nuestro castillo encantado, enciérrate y no vuelvas a salir, al fin y al cabo, nada de lo que estoy pasando es tu problema.

—Tú eres mi problema —responde muy seguro de sus palabras—, tú siempre serás el mayor de mis problemas.

Me quedo unos segundos procesando su respuesta, no ha querido explicarme ni mierda de lo que ha sucedido, y solo abre la boca para decir que soy su problema. ¡Genial! Este hombre me sorprende cada día más y lo reconozco cada vez menos.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora