Mi vida es una autentica mierda, no importa lo que haga, siempre termino untada por todas partes.
Nunca amé a Marcos, pero no voy a mentirme a mí misma, lo quiero. Si, es déspota, egoísta, y a veces me desquicia, sin embargo, él ha estado acompañándome en mi oscuridad. No quiero aceptar lo que ha hecho, en mi cabeza busco excusas para no sentirme traicionada, quiero y necesito una explicación.
Recuerdo todas las risas y bromas, las salidas en las que no eran necesarias las palabras, pero también recuerdo sus silencios, las veces en que desviaba la mirada cuando mi padre se salía de su papel y me llamaba estúpida. Él estaba de mi lado solo cuando Anderson no estaba en el otro extremo. Me duele, porque hace unas semanas él era mi futuro, una opción viable, una posibilidad de volver a iniciar y quizá con el tiempo enamorarme de nuevo.
Sigo marcando su número, lo he hecho cientos de veces, no me rendiré, necesito una respuesta, una confirmación. Sé cómo hizo lo que hizo, no soy tonta. Él ha estado espiándome, interceptando mis correos, y sé que está actuando por sí solo, si Anderson estuviera involucrado, yo estaría en un avión alejándome de este país, quizá con un ojo morado y unas costillas rotas.
Sollozo y vuelvo a limpiarme la nariz mocosa, estoy vuelta un fiasco. Damián se ha marchado hace varias horas, estaba furioso y no me dejó hablar, lo mismo de siempre. Y, por mucho que lo quiera, me estoy cansando de intentar perseguir a alguien que solo huye. El amor tiene sus límites y ya estoy alcanzando el mío.
—Por favor, necesito que me expliques lo que está pasando, tú no eres así —murmuro al buzón de mensajes—, sé que te he insultado en los anteriores mensajes, pero entiéndeme, esto me va a matar, por favor, cuando puedas hablar solo... márcame —susurro la última palabra y cuelgo.
Dejo el celular a un lado y cubro mi rostro con ambas manos e intento tranquilizarme. Paso un rato en esa posición hasta que mi celular vibra, indicándome la llegada de un nuevo mensaje. Con las manos temblorosas lo agarro, desbloqueo y entro a WhatsApp.
Mis ojos amenazan con salirse de mis orbitas cuando leo el destinatario del mensaje. Es Damián.
Bestia <3: Te necesito. Ven por mí.
Adjunta viene una ubicación, frunzo el ceño. ¿Esto es real? No, debo estar soñando. ¿Será que se equivocó de chat?
Bestia <3: Muero por besarte Amanda.
Me congelo y mi corazón late a una velocidad frenética. No soy tonta, debe de estar borracho hasta las trancas para haber enviado eso, pero quiero ir, debo ir, él quiere que vaya.
Hace muchos años no voy a una fiesta, intento evitar los lugares donde el alcohol es el protagonista, sé que un solo sorbo puede ser mi perdición, y más en estos momentos donde extraño que algo desvanezca mis problemas, aunque sea por un instante. No planeo ir a divertirme, ni quedarme mucho tiempo, solo iré por él y lo convenceré de regresar a casa... a mi lado. No quiero que vuelva a desaparecer por días, ya no puedo soportar quedarme esperando su regreso, solo para que me rompa el corazón y se vuelva a marchar.
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Las reglas para amarte | 2.0
Teen FictionSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...