Todo se detiene a mi alrededor, es como si estuviera en una especie de película romántica de ficción, no encuentro lógica a que sus labios estén contra los míos. Dura unos segundos hasta que su cuerpo cae hacía un lado inmóvil.
Me alejo varios centímetros sin dejar de observar su cuerpo.
Todo en mi duele, todo arde, todo es demasiado; mis mejillas se empapan con lágrimas llenas de todos estos años en los que he estado sin él, porque sentir sus labios, aunque fuera por un milisegundo ha logrado convertirme en polvo.
Tomo aire y espabilo, por unos segundos el calor de su cuerpo traspasó el mío, por unos segundos me sentí viva solo para que después su lejanía me recordara que lo había perdido.
Yo fui quién lo dejó, jamás dejaré de recordármelo, quería conseguir un éxito imposible de alcanzar, necesitaba la aprobación de mi padre para sentirme feliz y anhelaba una oportunidad para demostrar mi valor. Pero llegó él, un chico cursi, romanticón y dulce que me enseñó que yo era suficiente, que la única aprobación que contaba era la de mí misma. Yo valía, sin esforzarme, sin luchar, yo valía para él.
No sé cuantos minutos pasan sin que pueda actuar o poner mis pensamientos en orden. Ya aprendí a estar sin él, he seguido adelante, he conocido a alguien que me quiere, trabajo con mi padre, hago lo que siempre deseé.
¿Por qué no me siento satisfecha?
Una parte de mi sabe perfectamente la respuesta y la otra no la quiere aceptar. Quiero estar con Damián, quiero intentar recuperarlo, para mí no ha pasado el tiempo suficiente porque los recuerdos siguen demasiado vívidos en mi cabeza. ¿Y si lo intento? No, no puedo ser tan egoísta y volver a su vida solo porque yo quiero, las cosas no funcionan así.
Sé lo que quiero, sé lo que necesito para sentirme completa y feliz. La pregunta es: ¿Me arriesgaré?
Damián empieza a murmurar cosas inentendibles, está en la inconsciencia. Niego para mí misma y lanzo un suspiro de agotamiento.
—Eres un completo idiota —se ve tan tierno que siento el impulso de acariciar su rostro.
Me levanto rápidamente del suelo y tiemblo cuando una corriente de aire arremete contra mi cuerpo. Me acerco hacía él, su rostro es igual que el de hace tres años, pero su cuerpo es más grueso, ya no es tan delgado, algo me dice que el vago ha hecho más ejercicio y me da curiosidad, antes de cosa alzaba una pesa, y esa era yo.
¿Por qué tuve que enamorarme de él? Tantos hombres en el mundo y yo justo me fijo en mi polo opuesto, que pum, también es mi hermanastro. Debo estar desquiciada.
Me agacho y pongo todo de mí para levantarlo.
—Prescott, o me ayudas o te tiro a la piscina de nuevo —le gruño y el idiota sonríe. ¡Sonríe! ¡¿Pero este acaso cree que estamos en el mundo de las chocoaventuras?!
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Las reglas para amarte | 2.0
Novela JuvenilSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...