Buenas, buenas, aquí nuevo capítulo jejeje, ya saben comenten mucho y denle a la estrellita, solo pido eso. Muack
No dejo de sonreír y reír como una tonta mientras aprieto la caja de chocolates contra mi pecho, sé que parezco retrasada. Estoy sentada en la orilla de la cama balanceando mis piernas y aguantándome las ganas de gritar: ¡Misión cumplida!
Desde que lo vi nuevamente mis emociones están en un sube y baja imposible de controlar, él me hace sentir viva. Estoy feliz, aunque sé que me falta mucho camino por recorrer, estoy feliz porque él me ha dado esperanzas, quizá pensó que no me daría cuenta, la antigua Amanda sin duda lo hubiese pasado por alto. Damián se comió los chocolates y guardó una de las rosas.
Me quedo inmóvil por unos segundos, pensando, recordando. Me levanto de un salto y corro hacía el escritorio, me desespero buscando en el cajón la cajita que siempre he atesorado, con mis dedos temblorosos saco el collar que me había regalado hace unos años y lo coloco con dificultad donde siempre debió haber estado.
Estaba tan feliz, tan contenta, tan esperanzada, que jamás previne todo lo que nos sucedería.
Paso el resto del día trabajando, mi padre ha enviado un correo diciéndome que le pida a Damián que vaya conmigo a la empresa y me presente como corresponde, también quiere que converse con él sobre nuestro proyecto, nada de eso me parece buena idea, lógicamente.
Luisa es la que se encarga de mantenerme alimentada, ya que no salgo para nada de la habitación, quiero darle su espacio y también tomarme el mío. Sin omitir el hecho de que tengo muchísimo trabajo acumulado.
—Aquí está su cena, señorita —Luisa deja la bandeja de comida en el escritorio.
—Muchas gracias —le sonrío, es un tesoro de mujer, me recuerda mucho a Carol. Me anoto mentalmente que debo llamarla.
—Señorita... —noto como se retuerce las manos entre sí, su expresión ha cambiado, luce tensa. Frunzo el ceño y hago un gesto para que continue—. El señor Damián ha salido, mencionó que no volvería en un tiempo.
—Díselo a mi madre —ladeo un poco el rostro e intento lucir despreocupada—, ella se encargará.
No negaré que me duele que huya como un cobarde, pero tendrá que regresar tarde o temprano. Luisa se marcha y trabajo hasta que me quedo dormida en el escritorio. Me levanto con la cara marcada y rojiza, me desperezo y mi rutina sigue prácticamente igual.
—Esta nueva adquisición es sumamente confidencial, no tengo que repetir los problemas legales si dice algo de esta reunión —sonrío hipócritamente al contador financiero, estamos en una reunión por videollamada, llevo más de una hora conversando con él sobre esta nueva unión de empresas.
—No tiene por qué repetirlo señorita Kane, soy muy leal a su padre —sostiene, le creo, no tanto por la lealtad, sino que solo un idiota iría en contra de un Kane.
ESTÁS LEYENDO
Las reglas para amarte | 2.0
Dla nastolatkówSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...