37. Siempre regresaré

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—Estamos solos, Tobby —susurro

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—Estamos solos, Tobby —susurro.

No me gusta sentirme así, es como si todo se volviera a desmoronar y no pudiera hacer nada para detenerlo, nuevamente me siento impotente. Estoy acostada en la cama con Tobby al lado, acaricio su cabecita con las yemas de los dedos, me sorprende que ya se sienta con tanta confianza, al menos él no se esconde.

Yo también tengo mucho que pensar, tener una relación no es para nada fácil, mudarme, dejar tirado todo por lo que he trabajado me duele, pero era la única opción, yo lo escogí a él, a la promesa de un futuro tranquilo y feliz a su lado, y jamás me he arrepentido. No me gusta lo que estoy sintiendo por su culpa, se fue y tengo miedo de que yo no sea suficiente para hacerlo volver.

Quiero saber qué pasa entre Marcos y él, ya me cansé de fingir ser la tonta que no se entera de nada, estas semanas he negado lo evidente para vivir un cuento de fantasía, un tiempo de felicidad sin que nada lo empañara, pero la realidad siempre está ahí, cacheteándome. No puedo seguir engañándome, no puedo colocarme una venda en los ojos por toda la eternidad, esa no es la solución y apenas ahora me estoy dando cuenta.

Dejo a Tobby nuevamente en la caja y decido ponerme en marcha. Con o sin Damián iré al Baby shower, no me quiero quedar llorando y lamentando su ausencia, fue su decisión largarse para solucionar los problemas que lo atormentan, problemas en los que siento que yo soy la protagonista. La solución nunca es huir, pero eso tiene que aprenderlo por sí mismo.

Él tiene razón, siempre intento protegerlo, cuidarlo, esconderle lo que considero que puede lastimarlo, y lamento que eso le duela en el ego, pero no creo que sea capaz de protegernos, nunca lo será.

El mal no se combate con el bien, sino con más mal, y Damián nunca será capaz de llegar a las bajezas que sé que mi padre llegaría sin dudar, a Anderson no le importa usarme, lastimarme o venderme, es más, vendería su propia alma por poder, y Marcos es su aprendiz perfecto, siempre temí que se convirtiera en el monstruo del cual yo deseaba escapar y no estaba equivocada, pero Damián no es así, jamás lo será, no quiero que lo sea.

Me doy una ducha larga y relajante, al salir me aplico crema en la piel y uso una secadora de cabello pequeña que siempre llevo a todas partes junto con un cepillo para darme un look voluminoso.

Tengo el cabello por debajo de los hombros, pero con el cepillado medio ondulado se ve más corto, me gusta. Me tomo el tiempo revisando los productos que compró Damián y creando una imagen mental del look final, no tengo productos de skincare, así que solo aplico bloqueador y empiezo con el maquillaje.

Hace mucho tiempo que no creo estilos tan preparados, lo primero que hago es maquillarme los ojos, como el vestido es vino tinto quiero verme sensual, pero discreta. Las sombras son una combinación entre café y dorado, con un delineado alargado un poco ahumado, luego aplico base, polvos translucidos en las zonas más propensas a engrasarse, hago contornos sutiles que hacen más pronunciadas mis facciones, aplico rubor y me arreglo las cejas. Termino con un labial nude, luego me coloco el vestido y poso con una sonrisa en el espejo.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora