61. Gracias por despedirte de mí.

6.9K 396 156
                                    

Espero, solo me queda eso, esperar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Espero, solo me queda eso, esperar.

Estoy sentada en el sofá, enfrente al espejo que me da una visión completa de mi imagen, me han repetido tantas veces que me veo preciosa cuando por dentro nunca me he sentido más horrible.

Anderson debe venir a buscarme pronto, quiero que me vea y se quede mudo, no voy a darle la satisfacción de verme derrotada, él no ha ganado y planeo dejárselo muy claro. Siempre escuché que este era uno de los días más felices e inolvidables de una persona, debería sentirme feliz, especial, desesperada por llegar al altar, sin embargo, estoy aquí, deseando que mi padre tarde.

Miro alrededor, jamás me he sentido más sola que ahora, Grace no ha vuelto, Alex me odia, Carol no me quiere ni ver, Damián decidió dejarme para ayudarme en la venganza.

¿Quién disfrutará mi victoria? Definitivamente en este momento no lo tengo claro.

—No sé ni cuántas veces te imaginé así —me quedo helada al escuchar la primera palabra, sin contar lo que siento cuando continúa—, pero ninguna de ellas le hace justicia a la realidad. Eres hermosa.

Mi mandíbula se endurece y empiezo a sentir una tensión en todo el cuerpo, es como si me asfixiaran, si me drenaran y secaran, dejando únicamente los restos de un cuerpo.

Me ruego a mí misma para no mirar el espejo, pero termino haciéndolo. Lo encuentro apoyado en el marco de la puerta, detrás de mí, detallando mi reflejo, nuestros ojos chocan en el objeto y lo siento como si estuviera enfrente, a centímetros de mi cuerpo.

Intento no moverme, no reaccionar, ni siquiera puedo hablar. Sé que yo fui la que le pidió que viniera, quería que me viera y sufriera, jamás imaginé que la que sufriría fuera yo.

Damián entra en la habitación y cierra la puerta con pestillo, trago saliva mientras se acerca por mi espalda y su reflejo se ve más grande en el espejo. Está perfectamente peinado hacía atrás, se ve extrañamente guapo, se ha colocado un esmoquin negro, perfecto para la ocasión, pero no tiene corbatín, en vez de eso dejó abiertos los botones superiores de su camisa, cumple con el protocolo a su manera, y no creo que sepa lo increíblemente adictivo que se vuelve observarlo.

—No deberías estar aquí —rompo el silencio, me cuesta, es difícil que me salgan las palabras correctamente, pero lo hago. Anderson puede venir en cualquier momento.

—Tú me pediste que viniera, que te viera —hace un gesto señalándome con ambas manos—, querías asegurarte de que destrozabas cada centímetro de mi corazón, así que quería darte el privilegio de verlo en primera fila. Aquí me tienes, te veo, y que no te quepa duda de lo roto que me siento.

Todo sería más fácil si Laura hubiese sido egoísta y no me contara las razones de Damián para dejarme, quizá este momento fuera diferente, yo seguiría llena de odio y podría comportarme como una completa antipática que disfruta del momento.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora