Quiero irme de aquí.
Ha pasado aproximadamente media hora desde que Camilo se fue, media hora en la que Valery ha estado de un lado a otro hablando con varios chicos que me lanzan miradas antes de irse, quizá me estoy convirtiendo en una loca paranoica, pero no me siento cómoda aquí. Sin embargo, no tengo opción, se me ha descargado el celular, no puedo llamar al conductor y no quiero salir por ahí a deambular con ese montón de desconocidos.
Jugueteo con el celular descargado entre mis manos e intento no prestarle atención al entorno, es un pésimo error porque cuando levanto la cabeza me encuentro sola con Valery y dos chicos que no conozco ni quiero conocer.
—Están tardando —dice Valery, luego se sienta a mi lado mientras los dos chicos están en una esquina, observándonos.
—Si... demasiado —la miro intentando descifrar algo en su expresión.
— ¿Quieres beber algo? —niego inmediatamente con la cabeza—. Venga Amanda, deja de ser tan amargada, no te haré nada, solo quiero ser amable. Tenemos wiski, ron, agua ardiente, cerveza —tuerce los ojos.
—Te aceptaré un vaso de agua.
—Ya, pero aquí no encontraras nada que no contenga alcohol —bromea, no creo que sepa sobre mi alcoholismo, es un secreto familiar que hemos intentado mantener en la oscuridad, y no creo que fuera un dato que Damián compartiera, o bueno, eso espero.
—Entonces no beberé nada —acuesto la espalda en el sofá.
¿Qué carajo hago aquí? Odio este lugar y la odio a ella, ¿Por qué soy tan estúpida de quedarme solo para esperarlo? Ya basta. No más. No voy a perseguirlo, ya hemos tenido la misma conversación una y otra vez y no hemos llegado a nada. Estoy segura de que Camilo lo encontró y él no ha querido venir, de pronto se dio cuenta de que mandó los mensajes en un momento de debilidad.
Me duele demasiado, pero me debo priorizar.
—Estoy cansada, me marcho —me levanto del sofá y ella me mira confusa—, ya hablaré en casa con Damián —la frase va con otras intenciones.
—Yo te llevo —dice uno de los chicos, el más alto—. Traje moto.
—No gracias, ya me están esperando en la entrada —ni lo miro.
—No te irás —Valery se levanta, le tuerzo los ojos y le doy la espalda dispuesta a alejarme de esa loca, alcanzo a dar tres pasos cuando se coloca enfrente de mí, impidiéndome el camino.
—He dicho que me voy —enderezo la espalda y la miro fijamente, si me toca pegarle unas cuantas cachetadas para quitarla de mi camino, con gusto lo haré.
—No te irás aun —repite, esta vez más fuerte—, debes esperar a Damián.
—No, yo no espero a nadie, a mí me esperan —le sonrío, intento ser lo más borde del mundo—, cometí un gran error al venir, así que me marcho. Deberías aprender un poco.
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Las reglas para amarte | 2.0
Teen FictionSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...