10. ¿Qué crees que haces?

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Si no comentan no hay próximo capitulo.

Jeje, mentiras. solo que amo sus comentarios.

Estoy descansando plácidamente después de estar por horas con la cabeza pensando en Damián y en nuestra conversación, me duele recordar su mirada cargada de odio

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Estoy descansando plácidamente después de estar por horas con la cabeza pensando en Damián y en nuestra conversación, me duele recordar su mirada cargada de odio. No me gustó que nuestro reencuentro fuera de esa forma ¿pero que más esperaba? Sabía que sería complicado, así que debo ser fuerte.

Creo que el contrato de compromiso que hice conmigo misma dará frutos, he colocado un máximo de diez reglas que cumpliré para recuperarlo, apenas llevo cinco escritas, la primera me quedó como una especie de resumen y enseñanza después de mi conversación con Alex, las otras las saqué de internet. En si son tips, pero para mí son unas reglas, porque las cumpliré, lo haré, no es una opción.

Abrazo una almohada con fuerza, estoy en paz conmigo misma, sumida en un sueño relajante. Me muevo un poco reacomodándome en la cama cuando me levanto de un salto gracias a un horrible ruido.

Somnolienta me levanto y busco el celular, estoy un poco enceguecida y torpe, logro encontrarlo en el escritorio encima del portátil, al ver el nombre de Grace en la pantalla, todas mis alertas se encienden.

— ¿Estas bien? ¿Sucedió algo? —mis palabras salen atropelladas, el pánico me invade pensando en las mil cosas que deben estar mal para que ella me llame a esta hora. Sin embargo, escucho su risita al otro lado de la línea.

Alejo el celular y miro nuevamente la hora y su nombre en la pantalla, ¿Estoy soñando? Frunzo el ceño y camino nerviosa hacía mi cama, me siento y me paso las manos por los ojos pegados aun por las lagañas.

—Quiero comprobar que nuestra charla de esta mañana de verdad los afectó. ¿Damián está durmiendo en casa?

— ¡¿Te has vuelto loca?! —prácticamente grito, estoy indignada—, ¡Deja de jugar Grace! Estaba descansando, sabes que me cuesta conciliar el sueño y me despiertas para preguntarme por él.

— ¿Sigues teniendo problemas para dormir? —suena arrepentida—. Pensé que con las nuevas pastillas pasarías mejor la noche. ¿Necesitas una nueva receta?

—No —no quiero que se preocupe por eso.

— ¿Segura?

—Estoy bien, pero volviendo al asunto principal, tu hijo es un hombre hecho y derecho, puedes llamarlo directamente a su celular.

—Me mentirá —maldigo entre susurros—. No seas grosera, ve a su habitación y comprueba que está ahí.

—Grace... —sé sus dobles intenciones, no soy tonta, desde mi conversación con Alex muchas cosas se esclarecieron en mi cabeza—. No iré a comprobar nada.

—Ambos trabajan perfectamente —empieza a hablar con voz calmada, pero sé que vendrá una bomba—, y amo que mis hijos trabajen y busquen su dinero, pero lo que ganan en sueldos no les compra la vida que tienen, ¿Ropa lujosa? No ¿Cenas en los mejores restaurantes? Menos. Así que... o hacen las cosas como digo, o se quedan sin tarjetas, ambos. Y se van de mi casa y buscan donde vivir, a pagar arriendo, agua, luz, comid...

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora