*Recuerden darle a la estrellita y comentar mucho*
— ¿Qué harás? —repite, no me deja tranquila.
Sigo caminando hacía la sala de espera como si nada, ignorarlo es mi pasión, le he dicho que me deje en paz, que no me siga, que se calle, y no lo hace; me está asustando, pregunta lo mismo una y otra vez. Noto la mirada de varias enfermeras sobre mí, el showsito anterior debe estar en boca de todo el personal del hospital, pero no dirán nada, nuestros apellidos nos compran la libertad de hacer lo que nos dé la gana donde queramos.
Llego a la sala de espera y lo primero que veo es a Grace, cuando sus ojos caen sobre mí, me repasa, me detalla, estoy despeinada, con la ropa arrugada y un par de rasguños en los brazos. Intento peinarme, aplanarme el pelo con las manos.
— ¡¿Qué te ha pasado?! —chilla, se levanta del sofá y corre hacía mí.
Me agarra el rostro con las manos y me hace voltearme de un lado a otro, luego me palpa los brazos.
—Estoy bien —intento tranquilizarla.
— ¡¿Bien?! —se aleja unos pasos, está indignada—. ¡¿No te has visto en un espejo?!
No tengo ganas de hablar o darle explicaciones, estoy demasiado cansada para afrontar más problemas por hoy, tengo suficiente con saber que ahora soy responsable de un feto.
—Amanda, vamos al hotel, necesitamos hablar —Marcos hace su acto de presencia, Grace se lo queda mirando con una mueca de desagrado.
—Déjame en paz —murmuro.
—Te puedo ayudar con todo esto, encontraré la forma de hacerte feliz —se coloca enfrente de mí, dándole la espalda a Grace, ella retrocede y lanza otro chillido—, debes pensar en ti.
Está desesperado, se le nota en cada una de sus acciones, teme que abra la boca y revele la noticia, sabe que cuando Damián y Grace se enteren de mi estado todo se irá a la mierda.
—No te necesito, ni a ti, ni a nadie —pronuncio lentamente, aprieto los dientes y coloco las manos en puños a mis costados, estoy furiosa.
— ¿Qué está pasando aquí? —pregunta Grace colocándose a mi lado—. ¿Marcos te hizo esto? —solo me mira a mí esperando una respuesta para actuar.
Eso es lo más triste de todo, ella me defendería con uñas y dientes, lucharía por mí al igual que su hijo, y solo lograrían destruirse así mismos, no tienen el poder para vencer a nadie, mucho menos a mi padre.
—Me peleé con Laura —son las únicas palabras que doy de explicación.
— ¡¿Laura?!
—Amanda no se encuentra bien, debería llevarla a descansar —Marcos intenta agarrarme.
— ¡No me toques, carajo! —le grito perdiendo la paciencia.
—Amanda... —otra vez intenta agarrarme.
ESTÁS LEYENDO
Las reglas para amarte | 2.0
Roman pour AdolescentsSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...