24. Mi bestia ha vuelto

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— ¿Escuchaste lo que dijo? —me pregunta Camilo, sigo observándolo con desconfianza—

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— ¿Escuchaste lo que dijo? —me pregunta Camilo, sigo observándolo con desconfianza—. Eres su vida, jamás te haría daño, es solo un té de manzanilla, te ayudará.

No debería comportarme así, el chico no tiene la culpa, pero estoy aterrada. Siento que no tengo el control de nada y es demasiado frustrante, quiero a Damián aquí y me aterra lo que esté haciendo. Alargo el brazo y tomo la taza que me ofrece Camilo, antes de beber el contenido lo huelo y no noto nada extraño.

—Confía, Damián no te dejaría conmigo si no tuviera la certeza de que estarías bien —tiene razón. Damián jamás me pondría en peligro.

—Gracias —y tomo un poco, el líquido caliente me ayuda—. Está tardando mucho —susurro soplando un poco el contenido de la taza.

—Tardará lo que tiene que tardar —Camilo y yo nos encontrábamos sentados en la piecera de la cama, cada uno lo más separado posible del otro.

—Ya no se escucha la música —quiero hablar de algo para evitar enloquecerme.

—La fiesta ha acabado —me aclara. Esta es su casa, su habitación, su fiesta—. Jamás pensé que esta sería su intención, ella estaba muy insistente con el tema de la fiesta, pensé que solo quería lucirse como siempre—lo miro de reojo, se está retorciendo las manos—, que mierda todo esto.

Si, es una autentica mierda.

No voy a mentir, yo también sentí muchos celos de Valery; ella fue el primer amor de Damián y desde nuestra ruptura se les ha visto muy unidos, hasta se crearon rumores de que eran una pareja con todas las de la ley, cosa que se desmintió cuando Damián seguía apareciendo con otras chicas.

No sé mucho de ella, pero jamás de los jamases, por más celos que sintiera, sería capaz de hacerle daño a una persona. Una mujer no debería someter a otra. No debería humillarla, hacerla sentir débil, inútil y desprotegida.

—Para ella Damián siempre ha sido su punto más débil, su todo —Camilo empieza a explicar lo que yo no he pedido, no discuto y escucho atentamente—. Siempre han tenido esa especie de relación extraña, ella no quería entregarse al cien, pero si quería que él lo hiciera.

—No le importaba compartir su cuerpo, pero si su corazón —interrumpo.

—Exacto, notó en ti una competencia que jamás había tenido. Y ahora lo perdió para siempre, vaya mierda que es el amor —sonríe, parece triste.

Me he dado cuenta de que Camilo es como el Alex de Damián, es el amigo que todos necesitamos porque nos apoya cuando nos estamos derrumbando.

—Yo también lo perdí —es triste aceptarlo, decirlo en voz alta me cuesta—, he perdido su corazón, y aunque me esfuerce en recuperarlo, no lo haré —no quiero seguir ilusionándome con un imposible.

—Eres una idiota.

— ¡¿Disculpa?! —lo miro indignada, me sorprende.

—Que eres una idiota, y él un triple pendejo —pone los ojos en blanco, yo estoy pasmada, no sé cómo responder—, ¿Tienen que pasar este tipo de situaciones para que ambos se den cuenta de que se aman? ¿Acaso uno de ustedes tiene que morir para que el otro comprenda? No sé tú, pero la reacción de Damián lo dice todo.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora