35. Lo siento mucho.

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—Rosa.

—Azul.

—Rosa.

—Azul —le gruño, esta batalla no la ganará por mucho que lo intente.

Es imposible que uno de los dos dé el brazo a torcer, creo que ya las dependientas nos quieren sacar a rastras del local. Hoy es el baby shower de Giselle, la hermana de Camilo, Damián y yo estuvimos tan ocupados con la mudanza y decoración del apartamento que se nos olvidó comprar un obsequio, así que apenas nos levantamos decidimos venir a la ciudad más cercana y entrar a un centro comercial que nos ofreciera diferentes almacenes.

—No sé qué obsesión tienes por llevarme la contraria, es una niña —alza el pijama rosa con tejido bordado de ositos.

—Exacto, pero los colores no definen el género—alzo el mismo pijama, pero de color azul cielo. No me gusta el rosa que tiene en sus manos, me parece un tono demasiado escandaloso para una recién nacida—, el azul es color pastel, queda mucho más bonito que el rosa neón que tienes.

—No es neón —se defiende, aunque no tiene como, en un rosa horripilante—. Es un rosa intenso.

—No dejaré que ninguna bebé lleve ese color tan horripilante —continuo con mis argumentos—, llevaremos el azul cielo y punto.

— ¡Dios mujer! ¡El azul es de niño! —lo miro de forma amenazante, su discurso me tiene aburrida.

Tardamos más de media hora en escoger que regalar y al final optamos por un tetero, un paquete de pañales y un pijama, ambos queríamos opciones diferentes de pijama, así que tardamos en escoger un diseño que nos gustara a ambos y ahora es imposible decidirnos en el color.

— ¿Desean que les ayude en algo? —se acerca la dependienta por tercera vez.

Ella tiene una sonrisa cordial, está uniformada con falda tubo azul marino y una camisa blanca manga larga, su cabello está pulcramente recogido en una moña alta y ni un solo cabello se le sale, sus labios están pintados con un rojo intenso y tiene un delineado gatuno que quisiera imitar.

—No —respondo con un resoplido.

—Si —dice Damián a la misma vez.

¡Joder! Ese hombre me enloquecerá, en estos momentos quiero sacarlo de la tienda a patadas. Ambos nos miramos como si estuviéramos en la tercera guerra mundial, alzamos nuestras elecciones a la misma vez y se las mostramos a la dependienta.

—Le digo que el azul está mucho más bonito que ese rosa chillón, neón y barbie, es más... ¿Cómo puede existir ese color? Parece que se les fue la mano en la saturación —le explico nuestro problema, no quiero ofender a la marca, pero me es imposible no expresar mi punto sin decir lo horrible que se ve la elección de Damián—, pero el imbécil no quiere el azul porque dice que es de niño.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora