- Damián -
—Está buenísima, bro —murmura Camilo mirando hacia la habitación de Amanda.
Ella ha cerrado las cortinas después de mostrar un digno acto de pataleta, no escuché que dijo exactamente, pero estoy seguro de que no eran palabras bonitas.
Su comportamiento es desconcertante para mí, es difícil entenderla cuando actúa de esa forma. ¿Qué pretende hacer? ¿Qué espera de mí? Después de que me alejé fui muy claro, salir por esa puerta significaba romper todos los lazos por mucho que me matara por dentro. Dudé, claro que dudé, y más cuando me llamó un par de veces, escuchar su voz hacía que todas mis defensas se fueran al carajo y no la odiaba a ella, me odiaba a mí por seguir sintiendo.
Me odio por alejarla, me odio por tratarla de esa forma, no quiero hacerle daño ¡Joder! Me mata hacerle daño, pero no puedo permitir que juegue de nuevo conmigo, no quiero ser ese chico, no quiero ilusionarme para luego caer en picada por alguien que solo me hace daño una y otra vez.
— ¿Puedes calmarte, Camilo? —Valery está completamente irritable.
Ni ella ni Camilo sabían que Amanda se encontraba aquí, no quería ocultárselos, pero simplemente no era algo de lo que quisiera hablar o que surgiera en una conversación casual. Me concentro en los chicos que están chapoteando en mi piscina ¿Quiénes carajos son?
—De donde los sacaste —los señalo con el mentón. Ya estoy acostumbrado que Valery siempre ande con gente nueva, pero me desquicia tenerlos en mi casa.
—Son primos de un amigo de mi hermano —se encoje de hombros, ella está loca. Le gruño y ella alza las palmas en son de paz—, mentira, estoy saliendo con uno de ellos, no me preguntes cuál porque no recuerdo. Pero era el dueño de la casa de la fiesta de anoche.
—Sí, la recuerdo a la perfección, me dejaste agotado gracias a tus apuestas ridículas, ¿Sabes que me tocó darle la vuelta a la casa corriendo, cargando un barril de cerveza? —la miro con frialdad—, no vuelvas a apostar estupideces.
—Se suponía que íbamos a pasar una semana entera en esa casa, por eso quise llevarme bien con los dueños —argumenta.
Y si, esa era la idea, pasar una semana lejos de ella, hasta se lo dije a Luisa sabiendo que pasaría la información, pero no sé por qué, decidí cambiar de plan y llamé a Camilo para que vieniera, luego me quedé dormido y aquí estamos.
Estoy en medio de Camilo y Valery, los tres estamos sentados en la orilla de la piscina. Soy consciente de que mis cambios de humor son una mierda, ni yo me entiendo, pero ellos están acostumbrados a eso.
—No entiendo por qué nos pediste que viniéramos a pasar el fin de semana contigo, es evidente que estás ocupado —se queja Valery.
Quiero decirle que nunca la invité a ella, la propuesta de quedarse el fin de semana era para Camilo, pero como siempre, Valery se metió en los planes y trajo compañías desconocidas e indeseadas que se quedaron mirando a Amanda como perros hambrientos.
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Las reglas para amarte | 2.0
Novela JuvenilSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...