52. Quemaría el mundo por mí.

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No he tomado mucho tiempo en decidirme, todavía tengo mucho en qué pensar y demasiados obstáculos que afrontar; Alex me ha ayudado a despejar la mente y es justo lo que necesitaba, alguien que realmente crea en mí

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No he tomado mucho tiempo en decidirme, todavía tengo mucho en qué pensar y demasiados obstáculos que afrontar; Alex me ha ayudado a despejar la mente y es justo lo que necesitaba, alguien que realmente crea en mí. Debo pensar en buenos planes, voy a tardar, no puedo apresurarme, la cabeza de Anderson es un enredo imposible de descifrar, ya no puedo guiarme por la desesperación.

Quería una vida tranquila y estaba dispuesta a renunciar a todo por ella, solo quería que él me dejará en paz y no lo hizo. Me ha torturado psicológicamente, destruyéndome, se ha reído de mí, sigue creyendo que me tiene en la palma de su mano, y no, no más, así tarde años, así tenga que desgastarme para lograrlo, voy a vencer a ese monstruo, y esta vez planeo dejarlo sin nada.

El principal problema es Damián, no puedo prometerle nada, tampoco quiero perderlo, voy a intentar conversar con él, me saltaré el paso ocho y continuaré con el nueve. Camino por el penthouse y me entristece cada paso, Damián le ha pedido a Camilo traer todas mis pertenencias y todavía las tengo desperdigadas por doquier, él se ha llevado todo lo suyo dejándome solo con una nota en la que me termina.

Este no puede ser nuestro final.

Me niego absolutamente a aceptarlo.

Agarro el celular que Damián me dejó y llamo a Grace. La saludo, me disculpo, ella no necesita tantas explicaciones, dice que todo está bien, que entiende la actitud fría que he tenido últimamente, le agradezco y siento una carga menos. Le pregunto sobre su paradero y el de Anderson, quiero a ese monstruo lejos.

—Yo estoy en el hospital, intento visitar a Alex siempre que puedo y tu padre me ha dicho hace aproximadamente media hora que saldrá de la ciudad, llega mañana temprano.

— ¿Y Damián? —pregunto con nerviosismo.

—En casa, como siempre, debo admitir que ayer estaba un poco más animado, se le ve decaído, pero ya no como un cadáver. ¿Solucionaron las cosas?

—Aún no —murmuro con un deje de tristeza—, quiero conversar con él, arreglar las cosas.

—Me alegra mucho —no suena tan alegre, no me anima con gritos como suele hacer—. También creo que debes prepararte, Alex se enterará tarde o temprano de la realidad del accidente, la doctora dice que cada día está mejor, pronto le darán de alta y estoy segura de que se enojará con todos nosotros.

—Sus padres nos colocaron esa condición y todos estuvimos de acuerdo, era lo mejor para él. He intentado comunicarme con su novio, pero sus padres no quieren saber nada de nosotros.

—Lo sé, pero tal como dijiste, le dolerá respirar —menciona y me quedo en silencio, no sé cómo responderle, no tengo palabras, ella parece darse cuenta y continua—, me cuentas como les va, te dejo.

—Grace... —no quiero despedirme así, hay algo que no está bien—. ¿Crees que debo arreglar las cosas con Damián? —pregunto al fin.

Silencio al otro lado de la línea. Auch.

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora