Estoy temblando como una hoja, controlar mi cuerpo en estos momentos es una tarea prácticamente imposible; mi cabeza está llena de cuestionamientos y recuerdos que me hacen tambalear en mi decisión.
No quiero repetir mis errores, ya me había acostumbrado a vivir con el peso de mis decisiones, cada logro estaba vacío y carente de algo porque para llegar a donde estoy renuncié a alguien muy importante para mí. Sacrifiqué mi propio corazón.
Le hice tanto daño a Damián y me odio por eso; para mí sería bonito soñar, sería perfecto que el Damián que conocí volviera, que me perdonara, que pudiéramos superar lo que pasamos y continuar con nuestras vidas. Pero, no dejo de preguntarme si ir es lo correcto, porque este viaje va más allá de los negocios, este viaje puede cambiarlo todo, y en estos momentos en lo que menos pienso es en mí porque mi mente solo está llena de él. ¿Esto lo ayudará? o ¿Lo destrozará?
Respiro hondo y gracias a Alex conservo mis uñas, suele darme manotazos siempre que me las muerdo. Grace, Alex y yo estamos sentados en la sala de espera; mi viaje estaba planeado para dentro de unos días (eso pensaba yo), pero mi hermosa madre llegó en la mañana a mi habitación a informarme el cambio de planes, según ella me necesitaba para poner en orden todos los asuntos que había dejado abiertos; como no le creí se inventó que en los días que yo tenía planeado viajar habría mal clima y que le aconsejaron adelantar el vuelo; en conclusión, después de tantas excusas supe que ninguna era real.
—Estas helada —Alex estruja mis manos entre las suyas—, y tiemblas horrible, toma aire.
— ¿Ya le avisaste? —le pregunto a Grace ignorando a Alex, mi voz está peor que mis manos. Las palabras salen atropelladas. La miro y ella asiente con una sonrisa, ¿Por qué no le creo nada?
—No le has avisado —le gruño y su sonrisa se ensancha—. ¡Grace! —la regaño, me parece el colmo su falta de colaboración en el asunto.
—Según tengo entendido viajó hace unos días para no tener que verte, todos los aquí presentes sabemos que no te recibirá con los brazos abiertos —dice con sarcasmo, odio su sarcasmo—, pero volverá a casa, tarde o temprano volverá sino quiere que le corte el pene —la miro horrorizada, a veces suelta unas cosas que me descolocan.
—Ay noooo —le chilla Alex horrorizado—, no se le deja a un guerrero sin espada, ¿Cómo luchará después? —ambos se echan a reír mientras que yo quiero entrar al jet y tirarme sin paracaídas.
—Solo quiero que él sepa —murmuro para mí. Tanto Alex como mi madre comparten una mirada cómplice que no me gusta nada ¿Acaso tendrán más planes terroríficos para mí?
—Grace y yo hemos estado conversando —comenta Alex.
—Eso significa problemas —le gruño.
—queremos que lo intentes, Amanda
— ¿De qué hablas? —mi expresión debe mostrar mi incredulidad.
—Arregla las cosas con él, explícate y dale tiempo, no te rindas. Todos sabemos que él se ha escondido en la misma coraza de la que te salvó hace unos años, tenle la paciencia que él te tuvo y lucha por su perdón como él alguna vez luchó por ti —sus palabras me conmueven y a la vez me lastiman.
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Las reglas para amarte | 2.0
Roman pour AdolescentsSegundo libro de las reglas del deseo Hay primeros amores que no son los destinados para ser los últimos. Hay corazones que merecen vivir rotos por haber lastimado a otros. Hay personas que están mejor separadas, pero que el destino decide juntarlas...