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Volvieron a estar confinados en su vieja celda-galpón.

  Llevar al “nuevo Joshua” hasta allí había sido un problema porque, cada vez que veía a Rodolfo, se espantaba y corría a esconderse. Finalmente tuvo que ser Victoria la que lo convenciera y, para eso, el viejo la había tenido que dejar libre. Todo eso no le había gustado en lo más mínimo. No dominaba a este Joshua al que el miedo lo cegaba.

Por fin ambos estuvieron dentro del galpón, uno sentado frente al otro.

   Ella observaba al desconocido que tenía adelante mientras él le sonreía ajeno a todo lo que estaba pasando. Su mirada, sus manos curiosas lo exploraban todo con una avidez envidiable.

-          Bueno, vamos a hacerlo al mejor estilo Tarzán. Yo soy Victoria- se señaló a sí misma y luego apoyó su mano en el pecho de él-. Vos sos…

  Esperó mientras él se distraía observándola en detalle, parecía mirarle cada célula de la cara, pelo; inclusive tomó su mano y le dio vuelta la palma hacia arriba y abajo, le cerró y abrió el puño. Todo con una expresión de curiosidad infantil adorable.

  Victoria volvió a insistir con el tema de los nombres tratando de captar su atención pero no obtuvo respuesta alguna hasta que, de pronto, el “nuevo” le dijo con vos cantarina mientras metía un dedo entre los leños y se quemaba:

-          Cimi.

  Victoria se apuró a revisarle el dedo y, luego de ver que no era nada serio lo miró directo a los ojos y le preguntó nuevamente señalándose y señalándolo:

-          Yo soy Victoria, vos sos…

-          Cimi. Cimi  manuic Aliaiesh.*- completó la frase con una sonrisa deslumbrante.

  Victoria lo miró con tristeza y ternura al mismo tiempo.

Tenía la esperanza que dijeras otra cosa…- y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Cimi ladeó la cabeza y humedeció su dedo con una lágrima para enseguida, llevárselo a la boca.

*Cimi hijo de Aliaiesh

         -    ¡Taiyes! ¡Teiyes airush!*2 - le contestó marcando las palabras mientras se las secaba.

  Ella le explicó:

      -    Lágrimas. Son lágrimas.

   Para sorpresa de ella, Cimi repitió con facilidad:

-          Lágrimas.

  Victoria se pasó una mano por la cara, se peinó hacia atrás su largo cabello castaño y cambió de tema.

-          Vamos, voy a enseñarte cómo hacer pan.

  Él le sonrió y levantó una ceja.

-          Lo haremos con esto y esto…- tomó la harina que el viejo le había dejado junto a la puerta-. ¡Creo que te va a gustar!

  Cimi  puso mucha atención, fue probando la mezcla durante el proceso y poniendo caras que a Victoria la hicieron reír. Cada tanto, él se apoyaba en su panza distraídamente. Entonces, la beba se movía como loca. Él no parecía registrar lo que sucedía o, tal vez, lo tomaba como algo natural.

  Cuatro días después, mientras estaba higienizándolo y poniéndole ropa limpia ya que no hacía casi nada solo, escuchó que murmuraba algo mientras se veía a sí mismo en el agua tibia del balde que tenía justo debajo de su cara.

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora