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  Cargar todo lo del escondite secreto les había llevado una media hora. Al terminar, tuvieron que tomar la difícil decisión  de dejar aquellos cuerpos allí, sin enterrar, abandonados...

-       No hay más remedio Graciela- hablaba y limpiaba sus huellas de todos los lugares que había tocado Graciela y él, la tierra del suelo, pisadas-. Cuando los encuentren, deben creer que fue algo entre ellos. Nada debe vincularnos con nosotros, ¿entendés?

  La mujer lloraba pero asentía.

  Cuando dejaron la casa atrás, estando todos al tanto de lo sucedido, quedaron sumidos en un profundo silencio, cargado de dolor. Era la primera vez que estaban cerca de aquellos que los perseguían... cuatro muertes era el saldo.

   Victoria se dio cuenta que no podía odiar al viejo alemán, eso la hizo tomar absoluta conciencia de cuán drásticos eran los cambios que se habían operado en ella. Si no podía odiar a un monstruo como Berger Noris, significaba que ya no podría odiar a nadie en su vida. Se avergonzó de sí misma al darse cuenta que lamentaba la muerte del alemán.

  Junto con la carta, habían hallado el plano de un sitio dentro de la misma estancia en la que se encontraban. Ese plano los condujo hasta una cueva escondida detrás de un tupido bosque, oculta en unos cerros parte de la propiedad. En medio de ese bosque había un camino por el que salieron con una camioneta doble cabina azul oscuro que tenía cúpula en la parte trasera. Les dio pena abandonar en aquel inhóspito paraje el cómodo y bonito motor home pero, estaba claro, era lo más seguro.   

  Alejandro seguía a la camioneta en la moto. Graciela iba al volante, junto a ella Rosalía y en la parte trasera la pareja con la beba. Joshua seguía con mucha temperatura por lo que era evidente que aun no despertaría. Esta vez se dirigieron al  noreste. Continuaron por la ruta 40 y, al entrar a Tucumán, continuaron por la ruta 307 hasta Tafí del Valle. Allí retomaron para dirigirse al embalse El Mollar. Alquilaron una cabaña muy cómoda y espaciosa. Alejandro se ubicó en una camita que había en el living-comedor, las mujeres en uno de los cuartos y dejaron la habitación con cama matrimonial para la familia.

   A las nueve de la noche, todos menos Joshua se sentaron a cenar. Discutieron sobre qué harían.

 Graciela fue la primera que opinó:

-       Es difícil saber hacia dónde ir. Parece que, hagamos lo que hagamos, siempre están sobre nuestra pista.

-       Pero nunca lo suficientemente cerca- Victoria lo dijo como si fuera una duda que la carcomía por dentro -. ¿Notaron que no conocemos la cara de nuestro enemigo? No tenemos idea de quiénes estamos huyendo. Es como si nos persiguiera un fantasma.

  Rosalía no podía creer lo que oía.

-       ¿Cómo que no saben de quién se están escapando? El tipo que le disparó a Berger Noris fue bastante real... y cercano. No estamos huyendo porque sí.  Lo que no entiendo es por qué no puede ayudarnos la policía o ese juez que es tu amigo Graciela. ¡Alguien tiene que poder protejerlos!

  Victoria miró a su madre como quién observa con paciencia a un niño inocente.

-       No podemos confiar en NADIE. El alemán fue más que claro en este punto y tenía razón. Yo no vi nunca a los que están detrás nuestro pero viví durante casi dos años con uno que estaba a su servicio – los ojos se le llenaron de lágrimas-. Con mis propios ojos vi sangrar a Josh, yo escuché los golpes despiadados sobre su cuerpo. Presencié cuando ese… cuando el viejo le metió el tiro en la cabeza para castigarme a mí por escapar- las lágrimas la ahogaban- y a él volviendo como un niño en su cuerpo de hombre, sin saber si alguna vez, iba a reencontrarme con el hombre que amo más que a mi propia vida... ¡Sin saber eso ni nada de nada durante dos horrorosos años! ¡Esas son las consecuencias del accionar de esos monstruos! ¿Vieron todos esos cuadernos escritos en alemán que heredamos? Deben tener cada una de las torturas que pusieron en práctica en la madre de Josh... ¡De ese tipo de sádicos nos estamos escapando! Creen que podemos correr algún riesgo de que... de que mi pequeña...mi bebé...- se ahogó con su angustia. Al fin juntó fuerzas y acabó con lo que tenía que decir-. No les habré visto la cara pero conozco perfectamente lo que son capaces de hacer.

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora