Se habían ubicado con rapidez en el despacho del juez. Éste estaba especialmente interesado en el caso, tal vez porque tenía una nieta de la misma edad que la supuesta víctima, o mejor dicho, de la edad que aparentaba la víctima. La psiquiatra lo sabía bien, conocía al Juez Lombardero desde que era un simple fiscal, ambos tenían una buena amistad. El corazón le latía de un modo desmedido pero logró disimularlo usando toda la experiencia clínica que poseía.
El juez increpó al acusado:
- Lo escucho Sr. Verdiner.
El silencio se hizo sepulcral. Cualquiera podría haber notado el terrible esfuerzo que estaba haciendo el padre de Joshua para mantenerse entero. Al fin comenzó a hablar y ya nada lo detuvo:
- Yo soy el único responsable de todo lo ocurrido. Hace… trece años compré a Joshua... a su abuela. Necesitaba a alguien que hiciera los trabajos duros, estaba poniéndome viejo y siempre me gustó la soledad de la montaña. Allí la subsistencia es difícil, se necesita gente fuerte.
Hablaba con prisa, como si alguien lo apurara y él se hubiera estudiado el repertorio de memoria y lo estuviera escupiendo de golpe.
- Me encargué de convertir a Joshua en un chico resistente. Lo hice a fuerza de castigarlo mucho, es verdad, pero logré una alta tolerancia al rigor de aquella vida.
En septiembre del 2009 apareció ella, Victoria. Se extravió en la montaña, se hubiera muerto si no la rescatábamos. En cuanto la vi me dije: “Vas a ser abuelo”. Esta idea fue entonces una obsesión para mí. Joshua no quería de ningún modo hacer lo que le exigía por lo que tuve que molerlo a golpes a diario, presionándolo al máximo para que cumpliera mi voluntad.
El hombre tenía una expresión de dolor tal que parecía que tenía un tumor en la lengua y que, cada palabra, le provocaba un dolor inconmensurable.
- Le llevó a ella unos meses darse cuenta del por qué le estaba pegando tan duro y, como se terminó enamorando, fue ella misma quién lo convenció. Tienen que saber que Joshua... el nunca había estado con ninguna mujer antes de esa chica. Por más joven que les parezca, la muchacha tenía más experiencia que mi muchacho... eso puedo firmarlo donde sea.
Después de nacer la criatura, ella... ella le metió en la cabeza la idea de escapar. Yo logré seguirlos hasta el pueblo donde los apresaron ustedes. Pude escaparme en aquel momento, pero ya no. Hice demasiado mal y estoy arrepentido. Por eso decidí entregarme y decir toda la verdad.
Los que estaban en la sala se quedaron de una pieza. Graciela más que ninguno. Ella había visto como el color de los ojos del anciano fluctuaban del azul al negro casi en forma permanente mientras declaraba. No podía entender cómo los demás no lo habían notado. De algún modo, suponía que esa variación de tonalidad en los irises marcaba una energía que iba y venía, no sabía a dónde ni por qué.
El abogado defensor parecía conforme. Con esta declaración, el padre iba preso, o sea que perdía, pero sacaba al hijo de la cárcel para armar una hermosa y joven familia. Eso, sin duda, le daría una excelente reputación a su carrera.
El juez Lombardero también se veía conforme. Miraba con terrible desprecio al sujeto que tenía frente a él. No tardaría en dar una sentencia con semejante confesión.
Nadie dudó sobre lo declarado. Todos querían un culpable y, ese hombre, era la persona indicada para tal fin. Él mismo se había descripto como el ser más miserable, abusivo, desalmado que se pudiera concebir.
Había sido condenado desde antes de conocerlo. Era imposible no hacerlo si habías visto a Joshua, Victoria y su beba; el juez, a través de fotografías, los demás personalmente. El viejo era el culpable que a todos les convenía. Ella también lo creía. Sin embargo… ese hombre se había obligado a decir cada palabra. Las había estudiado previamente, era tan evidente como quién memoriza un discurso.
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El enlazador de mundos ®
Science Fiction“Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está próximo.” ...