Cuando llegaron por fin a la naciente del río de Las Pinturas y comenzaron a recorrerlo hacia el sudeste, Estefanía, que iba junto a Victoria, le confesó:
- Hay algo que no te conté, algo que me pasó ayer a la noche. Tuve una especie de sueño, muy vívido. En él veía un mundo en el que no había niños, tampoco adolescentes ni jóvenes. Era un mundo de ancianos. Todos iban de acá para allá con una tristeza sin igual. Entonces apareció mi hija Alma con ya más de cincuenta años. Yo le preguntaba: ¿dónde está tu hermana Maricel? y ella me respondió: “Vos lo sabés bien, escondiéndose para proteger a su hijo de la envidia y la furia de los que están muriendo sin desendencia.”
La muchacha no le dijo nada pero sus ojos se apagaron. En ese momento, Joshua puso su caballo a la par del de Estefanía y le dijo que necesitaba hablar con ella. Ambos se separaron unos metros de Victoria y los demás.
La mujer fue la que inició la conversación:
- Creo que nunca intercambiamos más de cuatro o cinco palabras estando a solas, sin embargo tengo la sensación de que te conozco de toda la vida. Seguramente tiene que ver con todo lo que Vicky me ha hablado de vos y lo que me contaste antes de partir hacia acá, Joshua - Cimi.
Él le sonrió y se sonrojó para mirarla luego compasivamente. La mujer lo percibió inmediatamente y agregó con la sabiduría que otorgan los años:
- Tenés que darme una mala noticia, ¿no es cierto?
Los ojos de Joshua brillaron al contestarle con suma tranquilidad:
- Tal vez…
- Quién va a morir, ¿soy yo?
Él negó con la cabeza. La mujer se dio cuenta que no conseguiría contener las lágrimas.
- No vas a acompañarnos, no es el momento. Debés regresar a tu hogar.
La angustia ahogó a la mujer mientras afirmaba:
- Se trata de Felipe.
Joshua detuvo su caballo por completo se le acercó y apoyó sus manos sobre las sienes de ella. La visión apareció.
Su esposo se encontraba sobre la alfombra del dormitorio, había sangre en su pecho. La impresión le provocó una sacudida tal que alejó las manos de Joshua y la imagen en su mente se apagó. Cuando él quiso volver a apoyar sus manos, ella no se lo permitió.
Él le sonrió con calma:
- Lo que te mostré lo podrían hacer los que nos están buscando, es solo un futuro posible
- No entiendo- sintió que el alma le volvía al cuerpo-, ¿cómo que “podrían hacerlo”?
- Así es, no sucedió aún y podés detenerlo, si regresás ahora.
El rostro de la mujer se iluminó.
- ¿Qué… qué tengo que hacer para impedirlo?
- Solo alejarlo de allí por los próximos…
Cerró sus ojos y pareció buscar la respuesta en alguna parte. Por fin contestó:
- Hasta que nazca tu nieto.
Estefanía lo miró sin comprender y él agregó:
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El enlazador de mundos ®
Science Fiction“Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está próximo.” ...