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  Rosalía abrió los ojos lentamente y parpadeó. Estaba sola en la habitación. El motor home marchaba a no mucha velocidad. Se levantó somnolienta y fue hacia la puerta. Al volante estaba Alejandro y, junto a él estaba sentado Berger al que se lo escuchaba animado.

-       Fue difícil conseguir estas tierras. Su dueño se negaba a vendérmelas porque era una herencia de un abuelo al cual apreciaba mucho. A mí, lo que más me interesaba, era el río que pasa por el medio de la propiedad y los cerros que hacen impenetrable al lugar desde todo el oeste. Me llevó diez años convencerlo.

-        ¿Dice que hace ocho kilómetros que estamos dentro?

-       Sí. Tardaremos seis más aun para llegar al casco.

-       Y acá sí hay personal para que se ocupe de usted…

-       Personal, cultivos y, sobre todo, ¡anonimato total! La propiedad está a nombre del único testaferro argentino que tengo. Alguien de mi absoluta confianza.

-       Esperemos que sea como usted dice, - se mostró descreído y también algo cansado- debemos seguir nuestro camino.

-       Sí, lo sé.

-       Buenos tardes… ¿qué hora es?

  Alejandro se mostró sorprendido.

-       ¡Rosalía! ¡Recuperaste la conciencia bastante rápido!

  La mujer se acercó, ignorando al alemán.

-       Parece que dormí todo el día, está anocheciendo.

  Los dos hombres rieron a carcajadas  hasta que fue Berger quién habló.

-       Sí…está anocheciendo… ¡una semana después de tu conversión!

-       ¿Qué dice?- un grito se le escapó-. ¿Qué dice este hombre?

-       Sí Rosalía, dormiste una semana completa.

-       ¡No lo puedo creer! Si parece que recién termino de dejarte en mi sueño, parado al lado de Vicky y ese hombre blanco-verdoso…

-       Pues eso, mi querida Rosalía Oc, pasó ya hace siete días. Si querés ver a tu hija, tocá en su cuarto. Escuché que Alba llorisqueaba hace solo unos minutos. Va a estar contenta de tenerte de vuelta. Se necesitan tres mujeres en esta casa, sin duda. Graciela no da abasto, Victoria tiene que ocuparse de la beba y de Josh por lo que no puede ayudarla en nada.

-       ¿Por qué tiene que ocuparse de Josh?

-       Ella misma te lo va a explicar- entonces dejó de atender al camino y giró para enfrentarla-. ¡Bienvenida Rosalía Oc! Tus ojos se ven muy bellos de ese color azul resplandeciente. Además de presentar un aspecto bastante…rejuvenecido por cierto…

  La mujer fue hacia el cuarto de su hija palpándose los ojos. Victoria fue toda alegría cuando  la vio parada en la  puerta.

-       ¡Mami! ¡Por fin despertaste! Pasá y ayudame con Alba, hay que cambiarle los pañales y justo estaba higienizando a Josh.

  La mujer cerró la puerta tras de sí y se quedó observando al muchacho que estaba en la cama. Estaba totalmente empapado de sudor, envuelto solo con sábanas blancas y permanecía inconsciente. En contraposición, su hija parecía muy contenta aunque algo extenuada.

-       ¿Qué le pasa a Joshua? tiene mucha…

  No la dejó terminar, completó la frase mientras movía hábil y enérgicamente el cuerpo inerte para cambiar las sábanas.

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora