Lo había convencido al juez y los tenía a cargo Alejandro Lents.
Victoria había tomado con gran tranquilidad lo de Margarita. Ella, en el poco tiempo compartido con la mujer, había alcanzado a comprender cuánto extrañaba a su hijo, un excombatiente de Malvinas que tenía dieciocho años cuando quedó atrapado al hundirse el crucero General Belgrano. Sabía lo sola que se sentía.
Al enterarse de su fallecimiento dijo con tranquilidad:
“Deben estar riendo juntos.”
El traslado a la casa alquilada por Alejandro se había llevado a cabo con gran rapidez. Victoria insistía sobre la inseguridad de permanecer en aquel pueblo pero, de momento, tendrían que quedarte allí. Aunque Graciela Pappalardo intentó preguntar sobre el supuesto nuevo embarazo, la muchacha esquivó el tema.
A su vez, y sin que nadie se entere, Alejandro había viajado a Bariloche a hacer varios trámites, entre ellos, cerrar las cuentas de los bancos con los que operaba. No podría seguir manejándose como hasta ahora. Pronto, nadie debería poder ubicarlo de modo alguno. Caniaiesh se lo había dicho en sus sueños.
El Juez Lombardero presionó a Graciela para que se llevara a cabo el careo entre Joshua y su padre por lo que la mujer lo condujo, luego de la mudanza, directo a la comisaría. Trasladarían a Verdiner aquella tarde a una penitenciaría para que aguardara su sentencia y la psiquiatra no quería de modo alguno meter al muchacho en semejante ambiente.
Como siempre, fue la doctora la que comenzó el diálogo cuando iban en su auto mientras que Joshua se divertía cambiando la emisora de radio.
- Hay algo que me preocupa….
Se hizo un silencio que Joshua no interrumpió, sonreía a una música alegre tipo pop que cantaba una muchacha en inglés. Graciela no tuvo otro remedio que terminar la oración.
- Eso que dijiste cuando murió Margarita… eso de que acababan de crear a su hijo…
- Hija, Manic- sus ojos destellaron iluminando toda la parte delantera del auto-. Solo debemos tener niñas.
- ¿Y por qué solo niñas?
- Es por el campo energético que generamos los hombres de mi raza. Dos en tu planeta, tal como está hoy, en medio de una transición dimensional, sería muy desestabilizante y peligroso.
- ¿Y Alejandro? ¿Y mi pequeño Ciro?
Sonrió en modo infantil.
- Ellos son diferentes, son convertidos. La energía que pueden emitir, sobre todo siendo tan jóvenes, es inofensiva a nivel planetario.
- Ya que nombré a Ciro…necesito hacerte otra pregunta. Es otra cosa me preocupa mucho. Mi hija, su marido y mi nieto mañana regresarán a Francia. Ella siempre dijo que vendría a la Argentina para el parto porque me quería cerca pero deben volver a sus empleos. Yo… me preocupa lo que dijiste… eso de que Ciro es un convertido. ¿Qué significa eso?
Cambió el dial y ahora un periodista hablaba sobre un partido de básquet. El muchacho se puso serio, escuchaba con mucha atención como si fuera experto en el tema.
La deprimió que Joshua no la tranquilizara con sus palabras como siempre. Con él, todo se daba al revés de lo que siempre había sido. Ella era la que guiaba, organizaba al otro, analizaba y señalaba un camino. Desde que Joshua formaba parte de su vida, era él quien hacía todo aquello, desde su sabia inocencia.
Lo miró, lo vio sonreírle a la radio que en aquel momento pasaba la publicidad sobre una cerveza.
“Estoy envejeciendo. No puedo depender tanto anímicamente de este hombre- niño…”
ESTÁS LEYENDO
El enlazador de mundos ®
Science Fiction“Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está próximo.” ...