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  Pasó tres días seguidos poniéndole paños húmedos en todo el cuerpo. Casi no dormía ni comía. Le daba de beber a él y tomaba ella.

  En la madrugada del cuarto día, quedaban pocos leños prendidos en el hogar. Joshua abrió los ojos y le sonrió con una dulzura incomparable. Ella estaba tan feliz como agotada. Aún tenía fiebre pero no tanta. Lo besó hasta que el sol estuvo alto sobre la claraboya. Él la dejó hacerlo, con una expresión de niño pequeño dibujada en su rostro. La herida de la pierna casi había desaparecido y no había señales de los cinturonazos desde el día anterior. Solo le quedaba un poco morado el ojo y justo sobre el bazo unas líneas negro amarillentas.

  Por fin, se decidió a preguntarle:

-          Casi no tenés heridas, marcas, nada de nada… ¿Cómo puede pasar una cosa así Josh?

-          No sé- tenía los ojos levemente azules, aun prevalecía el gris.

-          Tu… el viejo estuvo acá y me dijo cosas…

  Intentó incorporarse preocupado pero ella no lo dejó.

-          ¿Te pegó? ¿Te hizo algo?

-          No…solo unos tirones de pelo, nada más.

-          ¿Por qué vino?

-          Porque yo lo llamé. Pensé que te morías…

-          No me voy a morir…

-          Sí, eso me dijo él. Y me dijo por qué.

 Depositó sus agotados ojos sobre ella y esperó que continuara.

-          Dijo que te había visto con la cabeza abierta, piernas y brazos quebrados y que siempre te curabas.

-          Sí, es así.

-          También dijo que sufrías terriblemente mientras te sanabas.

  Joshua la miró serio y suspiró pero no le contestó.

-          ¿Quién sos Joshua?

  Le sonrió dulcemente, como una criatura angelical, inocente.

-          ¡Soy Joshua!

  Victoria se rió. Estaba feliz. Él sanaría totalmente, el maldito viejo había tenido razón al final. Esto la llevó a lo siguiente y fundamental.

-          Vas a embarazarme Josh, aunque tenga que obligarte a tener sexo conmigo.

  La miró con profunda tristeza mientras se sentaba, no sin dolor por su expresión.

-          Vos no querés tener un bebé conmigo, yo jamás te forzaría a hacer algo que no sentís…

  Permaneció mirándolo desconcertada. Realmente no sabía lo que ella sentía por él.

-          Mirá Josh, voy a explicarte algo muy importante. Si existe un solo ser en este mundo al que yo elegiría para ser el padre de mi hijo, ese... ese sos vos, mi bombón de chocolate…

-          Pero dijiste: “a quién se le puede ocurrir que yo voy a tener acá un hijo con vos”- habló apesadumbrado, confundido

-           Y es verdad. No es lugar para tener un hijo pero también es cierto que, hace rato...lo que siento por vos, mi dulce caramelo…- le era difícil explicar sus sentimientos. La conmocionaba la desprotección que emanaba de él. Al fin pudo decírselo- ¡no puedo resistir más las ganas de hacerte el amor!

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora