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   No podía ser que a él le estuviera sucediendo esto. Nadie que conociera había sobrevivido a dos terribles choques en menos de una semana.

   El micro estaba volcado, el chofer se había dormido justo antes de entrar a un pueblo que estaba a trescientos cincuenta kilómetros al norte de donde había salido. Sin duda, de pronto, la ruta 40 estaba maldita para él. Había diez heridos y tres muertos. Los fallecidos habían sido los que viajaban en los primeros asientos y los heridos los del final del micro. Los del medio, al parecer, eran los que estaban en mejores condiciones, un moretón por aquí y un hematoma por allá pero nada de importancia.

   Miró a su alrededor para ver quiénes eran los ilesos. No tuvo que buscar mucho, eran dos en total. Una muchacha de unos veinticinco años llamada Maricel y él. Cuando la ambulancia los quiso llevar al hospital ellos se negaron como un dueto perfectamente sincronizado.

-       No puedo creer que no me pasó nada- la muchacha se tocaba el cuerpo con ambas manos tratando de verificar que no le faltaba ningún pedazo-.  Diez minutos antes del choque me cambié de lugar porque el hombre que estaba a mi lado roncaba. ¿Te das cuenta? ¡Estaba en el primer asiento del lado derecho!

-       El lado sobre el que  volcó el micro…

  Ella asintió blanca como un papel. Enseguida agregó.

-       ¿Y vos? ¿Dónde estabas sentado?

  Alejandro se rascó la cabeza pero no se animó a decir lo que pensaba:

“No, yo acostumbro a salvarme de los accidentes fatales porque hay una legión de extraterrestres que cuidan de mí.”

-       En el medio…siempre saco pasaje en el medio…

-       Mi mamá siempre ha insistido con eso y, como siempre, otra vez no lo tuve en cuenta.

-       Se ve que alguien allá arriba vela por vos…

-       En adelante le haré más caso a los consejos de mi madre, creo...- extendió su mano para saludarlo-. Maricel Riega.

  Alejandro apretó suavemente aquella mano.

-       Muy buena idea hacerle caso a una madre.  Alejandro Lents, experto en supervivencia- después de decir esto a modo de chiste se arrepintió.

-       ¿Experto en supervivencia?

    No le quedó otro remedio que explicarse:

-       Hace tres días un camión despedazó mi camioneta en esta misma ruta pero unos trescientos setenta kilómetros al sur. Me salvé de milagro…

-       ¿Dos milagros en tres días?- lo miró sorprendida-. Más que milagros diría yo. A vos sí parece que te cuida alguien allá arriba…

  Él  le sonrió y sucedió lo inevitable. Terminaron en la cama de un hotel tres estrellas.

  Despertó a la mañana siguiente con un poco de dolor de cabeza. La muchacha lo miraba con ojos desorbitados. Estaba sentada en una esquina del cuarto, como sin animarse a acercarse.

-       ¿Quién sos?- su voz era una extraña mezcla de espanto y desconfianza-. ¿Qué es lo que te pasa cuando dormís?

-       Nada… - frunció el ceño inseguro-. Tengo pesadillas a veces… ¿por?

  Ella se puso de pie y se apretó contra la pared con evidentes muestras de pánico.

-       ¡Esas no eran pesadillas! Tenías un brillo extraño, hablabas en otro idioma…- al escucharse, se preguntó a sí misma pero en voz alta- ¿qué estoy diciendo?

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora