El sol asomó por una de las claraboyas.
Victoria se encontraba en el mismo lugar que antes de perder la conciencia. Tenía la misma ropa, hasta estaban los mismos platos con la misma comida, como esperándola. Sobre su pecho, Kaban manuid Victoria lloraba y buscaba su alimento. Lo encontró con facilidad y comenzó a mamar con experiencia instintiva.
Nadie más estaba en aquel sitio. Solo ella y su beba.
Sintió ganas de llorar. Lo había visto, lo había sentido. Joshua había estado al alcance de su mano. ¿Por qué no se hallaba con ella?
*
Entreabrió los ojos y sintió el dolor sobre su cuerpo. El viejo le había quitado la camiseta y el buzo y le estaba pegando sin piedad. Cuando la vara caía dos veces en el mismo lugar, la piel se abría dejando un corte sangrante. Ya tenía muchos de esos cortes. Parpadeó varias veces antes de incorporarse, en ningún momento emitió queja alguna. Para sorpresa del viejo, esta vez su víctima no tomó una actitud pasiva ni temerosa, tampoco violenta, ni reprobatoria o vengativa. Se puso de pie lentamente mientras recobraba por completo la lucidez y lo miró a los ojos, erguido en toda su altura que lo superaba en una cabeza y media. Este se quedó paralizado, en medio de una fatiga extrema producida por el esfuerzo que le había generado arrastrarlo desde el galpón hasta allí y golpearlo durante quince minutos seguidos. Pero, lo que en realidad lo había dejado inmóvil, con la vara en alto había sido otra cosa.
Aquellos ojos…los ojos calmados, pacíficos de Joshua… eran de color rojo sangre.
El viejo dio un paso hacia atrás, luego otro. Jadeaba de un modo que parecía se le saldría el corazón por la boca. Fue ahí que el pecho pareció explotarle de dolor y se dobló sobre sí mismo hasta quedar tendido en el suelo pedregoso… muriendo.
Joshua se acercó hasta que estuvo junto al moribundo. La expresión de su rostro no condecía con el aspecto de su espalda y pecho que estaban cruzados por decenas de moretones y cortes sangrantes. Su mirada púrpura continuaba brillando de un modo sobrenatural. Fue entonces que puso su mano en el pecho del viejo, que sabía estaba en los instantes finales de su vida. Una luz fortísima, poderosa, brotó de aquel contacto, el moribundo sintió cada célula de su cuerpo vibrar en forma sincronizada con las células de Joshua y pronto, ambos, estuvieron rodeados por un manto de gran luminosidad.
Y fueron uno.
Al fin, Joshua cayó rendido por el esfuerzo mientras que el viejo comenzaba a recuperarse del infarto. Se puso de pie tambaleante, aún conservaba en su mano la vara ensangrentada que había usado en su castigo atroz. La observó con mortal seriedad y, en seguida hacia el cuerpo de su víctima que permanecía acuclillado, inmóvil. Fue entonces que la arrojó lejos, sobrepasado por el horror. Se acercó a él y lo ayudó a ponerse de pie, lo llevó adentro de su casa haciendo un esfuerzo terrible ya que el muchacho casi no lograba coordinar sus pasos y lo recostó en su cama. Tomó un trapo limpio, agua y comenzó a lavar cada herida con suma delicadeza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas sin parar.
- ¡Perdón! ¡Perdón! ¿Cómo pude hacer una cosa así? ¿Cómo puedo ser un monstruo semejante?
El viejo casi gritaba de la desesperación, la angustia, el sentimiento de culpa. Joshua permaneció con los ojos cerrados, su expresión era la de padecer una agonía extrema. Jamás, en cuarenta años, el viejo lo había visto sentir dolor de aquel modo.
- Tranquilo… ¡Tranquilo! Voy a buscar... la voy a buscar a ella...
Salió corriendo hacia al galpón con dificultad, se sentía débil, adormilado pero mayor era el remordimiento, la culpa parecía un cuchillo invisible que lo desgarraba por dentro como si hubiera ácido corriendo por sus venas. Cuando descolgó la llave para abrir la puerta sintió ganas de vomitar. El asco por él mismo no lo dejaba ni tragar saliva. El recuerdo de todas las atrocidades que había perpetrado lo destazaban de un modo tal que no era capaz de frenar los espasmos de angustia.
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El enlazador de mundos ®
Science Fiction“Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está próximo.” ...