Permanecieron en aquel lugar casi seis meses.
Joshua y su padre percibían que los hombres que los buscaban se encontraban cerca pero, por alguna razón, estaban desorientados. Buscaban en un lugar y otro sin hallarlos.
Al segundo día de estar allí aparecieron otros miembros de Los Guardianes de Ahau. Eran diecinueve en aquel momento. A Victoria le llamó la atención cómo habían llegado a pertenecer a la orden o grupo, no sabía bien que nombre darles. Una muchacha joven, Lucila, le explicó que eran una familia pero que, dentro de ella, había varios clanes de sangre, o sea sub-familias que tenían un verdadero vínculo sanguíneo. Lo que le había parecido más curioso fue como se formaban esas sub familias: cada diez años aproximadamente, aparecía por la estancia donde ellos vivían “alguien” al que ellos denominaban “externos”. Esa persona era, al pasar el tiempo, esposo o esposa de algún integrante del grupo que luego tenía hijos y formaban un nuevo clan de sangre. Los “externos” como eran llamados a los que venían de afuera de la familia, no eran evaluados de ningún modo ni interrogados ni tampoco pasaban por ninguna “selección”. Nunca, contaba Adela, en los miles de años que hacía que funcionaba el grupo de los Guardianes, tuvieron que despedir a nadie por inadecuado, ni tampoco a ninguno de los “externos” que se acercó al lugar donde se encontraba la orden (no siempre habían estado en Argentina) jamás quiso marcharse. Se quedaban y pasaban a pertenecer a la familia con total naturalidad.
Al partir definitivamente Estefanía, Victoria se refugió en Joshua, su hija y Adela. Juntos, pasaban las tardes hablando de la historia de los paradishianos en la Tierra. Ellos habían llegado de Paradish, su planeta de origen, veintiséis mil años atrás. Adela aseguraba que habían sido ni más ni menos que los ocupantes de la famosa Atlántida y que la isla se había hundido cuando los paradishianos decidieron volver a su planeta y dejar solo una representante femenina en la Tierra hasta que el hombre estuviera listo para dar su siguiente paso evolutivo.
Joshua había escuchado todas las historias y las había tomado como verdades absolutas.
Victoria no lograba aceptarlas del mismo modo. Necesitaría mucho más que la palabra de una Guardiana de Ahau que nunca había salido de Santa Cruz para creer en semejantes historias.
El primero de febrero por la tarde, cuando Joshua se ocupaba de la siesta de Alba, Victoria le dijo a Adela que necesitaba pedirle un favor:
- Necesito que me ayudes, quiero darle una sorpresa a Josh. En dos días será su cumpleaños y yo se que jamás se lo han festejado. Por eso quisiera…
La mujer no la dejó terminar.
- ¡Ni qué hablar! ¡Por supuesto que voy… todos vamos a ayudarte a preparar una fiesta inolvidable!
Ambas salieron por la puerta que daba a la arboleda este. La mujer ya llamaba a Celso para que convocara a todos los clanes de sangre para tan importante suceso.
Lo más difícil sería ocultárselo a él ya que percibía más allá de lo que veía o escuchaba de Victoria, por esa razón, Adela le había propuesto que lo dejara todo en sus manos y las de su gente.
- Nosotros nos ocuparemos. Vos seguí con las cosas que hacés siempre para que él no sospeche.
Siguiendo los planes, Victoria subió a la habitación y encontró a Joshua echado en la cama. Miraba a la beba que dormía rodeada de un halo blanco azulado.
- Siento la presencia de mi madre en ella- sonrió con un dejo de tristeza-. ¿Cómo es tu mamá Vic?
- Bueno… ella es una madre bastante especial. Me tuvo a los cuarenta años, con mi padre ya se habían resignado a que los hijos no vendrían y de pronto, ¡Oh!, aparecí yo, naciendo un 25 de julio.
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El enlazador de mundos ®
Science Fiction“Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está próximo.” ...