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  El 14 de diciembre, como Joshua no había despertado aún y con el acuerdo general, todos partieron hacia la Tierra de los Guardianes de Ahau.

  El plan consistía en entrar por el sur, que era el lugar por dónde no los esperarían considerando que la última vez los habían visto en Viedma, hacia el noreste. Contaban con que hubiera pasado su informe el que los había seguido hasta allí. Joshua aún tenía muy alta la temperatura y, solo por breves momentos, recuperaba levemente la conciencia. Victoria estaba muy pesada y tenía momentos en que su temperatura subía considerablemente. También dormía bastante. Le costó mucho que todos entendieran que no debían preocuparse por el tema de la fiebre, que era normal. Finalmente tuvieron que asumir que así era para no inquietar a Victoria más de lo que ya estaba. Alba a su vez, estaba molesta e intransigente como nunca, lloraba con facilidad y era difícil separarla de su madre. Solo cuando la recostaban sobre el pecho caliente de Joshua, la niña se sosegaba y descansaba plácidamente.

   Alejandro dormía bien por la noche y tomaba siestas en el día pero no recibía más información que la que ya tenían: el 21 de diciembre, Lamat daría a luz a Manic y comenzaría el principio del fin de la existencia de la Humanidad. El cómo era un misterio desconocido para todos.

  Viajaron por la ruta 40 a la máxima velocidad que podían, que no era mucha en una  Combi Westfalia. Alejandro estuvo de acuerdo con Graciela y Victoria en que era muy arriesgado cambiar en aquel momento de vehículo.

  El 16 de diciembre, Alejandro hizo compras en un almacén de ramos generales que estaba en las afueras de Río Mayo, al sur de Chubut. Allí había un televisor y, las diez personas presentes, no le quitaban los ojos de encima. Todo desastre, accidente que ocurría era atribuido por la gente que era entrevistada a la profecía maya en la que, el 21 de diciembre de este año, el mundo se terminaría.

  Alejandro compró lo que necesitaba y salió del almacén.

  Fue entonces que los vio.

  Eran tres tipos que rodeaban la combi mirando hacia adentro. Se le paralizó el corazón pensando que solo era cuestión de tiempo que abrieran las puertas a la fuerza y sacaran a su gente de ahí. Permaneció escondido, esperando lo peor pero nada sucedió. Los sujetos miraron para todos lados, uno metió su brazo por una ventanilla al parecer abierta y, ante la señal de otro, un pelirrojo fornido, partieron con rumbos diferentes. Era obvio que no había nadie dentro de la combi. Fue entonces que notó que uno de los acompañantes del pelirrojo iba justo hacia dónde se encontraba él. Se ocultó detrás de unas cajas y el tipo pasó sin verlo, se metió en el negocio y Alejandro siguió los gestos del sujeto preguntándoles al grupo de hombres que seguía con la vista clavada en el aparato de tv. Los vio a todos negar con la cabeza, al parecer, nadie había reparado en algo tan insignificante como él teniendo a su alcance  tanta prensa amarilla.

  Fue entonces que casi sufre un síncope. Alguien lo tironeó hacia atrás y le tapó la boca. Era Rosalía que le susurraba:

-       ¡Tranquilo! Soy yo.

-       ¡Por favor! ¡Casi me matás de un susto!

-       Lo siento pero no encontré otro modo. Cuando te bajaste, Victoria empezó a ponerse nerviosa y a decir que Joshua quería decirle algo pero ella no entendía qué. Le dije que se calmara, que tomara a su hija entre los brazos, que eso la ayudaría a “ver” y así fue. ¡Joshua  nos alertó sobre los tipos que se estaban acercando. La pequeña Alba le permitió a Vicky... ¡percibir el peligro! Apenas pudimos bajar a Josh…

-       ¿A dónde están?

-       A él lo escondimos entre aquellas plantas. ¿Ves? Las de esas casa de la esquina. Graciela y Victoria se encuentran con Alba detrás de la garita de autobuses. Si estos tipos no se marchan pronto van a terminar dando con todos.

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora