Habían llegado hasta la puerta del hogar temporario donde se encontraba Victoria y la beba. Alejandro había convencido a Graciela Pappalardo de que no habría ninguna complicación si era él quien cargaba a Joshua hasta el interior. La mujer tuvo que permitírselo, ella no tenía la fuerza para hacerlo, la silla de ruedas había quedado en el hospital. Victoria, resplandeciente, les abrió la puerta. Lo entraron Luego de acostarlo en una cama, la psiquiatra le dijo al hombre que gentilmente la había ayudado:
- Voy a buscar un antitérmico, mientras, por favor, quítele un poco de ropa y busque agua fresca para…
- No será necesario doctora- Victoria la interrumpió feliz al mismo tiempo que se abalanzaba sobre Joshua para besarlo y abrazarlo-. ¿Qué es lo que pasó?
Fue Alejandro el que le respondió sin querer:
- Trajo de la muerte a una criatura, un bebé recién nacido…
Se dio cuenta que había hablado de algo soñado. Era la primera vez que lo hacía, por lo menos fuera del marco de “videncia” cuando vendía sus servicios.
A Graciela Pappalardo se le congeló la expresión en el rostro.
- ¿Cómo sabe usted eso?
Alejandro no supo qué responder, había quedado expuesto frente a perfectos desconocidos. Inventó lo primero que se le ocurrió.
- Los vi en… en el hospital... los vi a través de un vidrio...
La mujer reaccionó instintivamente, se interpuso dejando a Joshua y Victoria a sus espaldas y encaró al extraño hombre:
- ¡Miente!, estaba junto a mi auto… ¿nos esperaba a nosotros? ¿Cómo sabe lo de mi nieto?
Alejandro no podía creer que se había ido de boca de aquella forma. Simplemente no había podido callar.
Tampoco podría mentir en las respuestas que le exigían.
- Yo… tengo sueños…- reunió el valor-. Vi lo que él hizo en uno de mis sueños.
Victoria lo escuchaba sin dejar de acariciar a Joshua que tenía la piel caliente como si estuviera asándose al fuego lento. Esto obligó a la doctora a desviarse de Alejandro y sus sueños por unos momentos.
- Es una locura no intentar bajarle la fiebre. Podría morir si no lo hacemos, ¿comprendés eso Victoria?- Giró nuevamente y apartó a Alejandro con su mano- usted no se acerque a él, ¿me entendió?
Victoria la miró con calma y sonrió resignada
- No debe preocuparse, ¡créame! Ya pasé por esto innumerables veces- y lo miró a Alejandro buscando su aprobación, reconociéndolo como alguien especial también. Tenía los ojos azules... igual que todos ellos. Este le devolvió la mirada algo confundido pero asintiendo, tal vez hasta por él mismo. Era agotador, doloroso en extremo vivir disfrazando la verdad para todos, jamás poder hablar con alguien de lo que le pasaba. Quizás, con esta gente, la angustia de vivir ocultándose lo que le sucedía desde el coma, había llegado a su fin.
Victoria volvió a preguntarle a la mujer:
- ¿Qué le pasó a su nieto?
- Mi hija, su mamá…- se le hizo un nudo en la garganta y las lágrimas afloraron- tuvo desprendimiento de placenta.
Los miró a ambos para ver si entendían lo que eso significaba. Ellos asintieron y la instaron a seguir.
- Cuando fui para evaluar a Joshua en la prisión, él me dijo lo que me iba a pasar…-le cuesta hablar-. Me dijo que algo malo iba a suceder pero que él podía ayudarme… si estaba cerca. “Salvarlo a él”, me dijo - sonrió-. ¡Y lo salvó! Yo sé que lo salvó, vi su brillo. Era tenue al principio, débil. Después, Joshua lo tocó y, poco a poco mi pequeño nieto empezó a brillar más y más hasta que todo se puso azul…
Alejandro, contagiado con la emoción de la mujer, explicó lo sucedido, usó palabras de vidente experto:
- Es el aura que todos tenemos. Al principio era débil porque el bebé no podía retener su fuerza vital. Una delgada capa de brillo blanquecino con algún que otro brillito difuso ¿no es cierto?
La mujer asintió, llorando pero feliz.
- El aura de las personas… normales, por así decirlo, sin riesgo de muerte inminente, es de color azul – palmeó a Graciela sonriéndole-. ¡Creo que su nieto se ha salvado!
- ¡Dios mío! Yo sabía… ¡lo sabía! Pero…- la miró a Victoria-, ¿cómo?
La muchacha tomó distancia por un momento de aquel par que la miraba expectante para ir a buscar a su hija que lloraba por su comida. Se la puso al pecho y regresó para hablarles con una sabiduría incompatible con su carita de bellísima adolescente indefensa.
- Es difícil de explicar porque yo misma no logro entenderlo muy bien.
Alejandro miró a Victoria fijamente para enseguida afirmar sin ninguna duda:
- Vos... no tenés los trece o catorce años que aparentás... ¿cuántos años tenés Victoria?
Ella bajó la vista sonriendo. Cuando la levantó, contestó la pregunta y siguió...
- Tengo veinticinco años. Y ese, es solo uno de los misterios. Josh trató de aclararme algunas cosas pero también él es muy joven e inexperto para poder trasmitir estos conocimientos. Todo está relacionado con la energía vital. Él puede manejarla, entregarse a ella… - los miraba a ambos, alternadamente-. Esto va a ser difícil de explicar pero… sería algo así: Joshua se entrega a la muerte iniciando una especie de vacío que permite que una energía liberadora, pura luz, ingrese y regenere lo que estaba muriendo en el plano físico y lo transforme... en algo nuevo…
Todos retuvieron la respiración, fue ella quién exhaló primero y con ello, llegó hasta el mismísimo final.
- Hay algo más que debe saber doctora- sintió temor de pronunciar aquellas palabras anticipando el efecto que causaría en la mujer-. Esta “salvación” tiene consecuencias…
Alejandro tenía lágrimas en los ojos. Tanto había investigado sobre sí mismo, buscado las causas, razones del por qué le pasaba lo que le pasaba, descreyendo a los que le explicaban en sus sueños Diiesh y Caniaiesh… Ahora todo estaba confirmado. Una mujer en el cuerpo de una niña que amantaba a su hija y un hombre inconsciente que volaba de fiebre por salvarle la vida a un bebé moribundo, habían cerrado el círculo de su incomprensión para esclarecer toda duda.
Fue él quien continuó:
- Ese bebé nunca será lo que iba a ser. Al tomar contacto con energía de tal pureza su esencia cambió irremediablemente. Al crecer, aprendiendo de un buen maestro, podrá hacer cosas… especiales…
La mujer los miraba con la boca abierta, exteriorizando a través de su rostro una mezcla de espanto y admiración.
El golpe final lo dio Victoria, sonriéndole con picardía.
- Algo es seguro. Su nieto tendrá unos ojos muy azules.
Graciela se atrevió aun a más y continuó interrogando maravillada:
- ¿Qué son ustedes… quién es él?
- Nosotros, Alejandro, yo... ¿Imix dijo que se llama su nieto?- Graciela asintió, entonces Victoria miró a Alejandro como buscando su aprobación y la obtuvo- . Nosotros somos lo que Josh llama “convertidos”.
- Pero él doctora, ¿no le dijo quién era?
La doctora Pappalardo le respondió sin poder despegar la vista de los muy azules ojos de sus interlocutores.
- Sí… me dijo que era Joshua - Cimi, El enlazador de Mundos.
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El enlazador de mundos ®
Fantascienza“Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está próximo.” ...