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   A mitad de septiembre estaban casi a las puertas de Buenos Aires. Habían bordeado el río Paraná siguiendo la ruta 11 primero y luego la 12. Pararon en distintos alojamientos, algunos más bonitos que otros. Todo parecía tan perfecto que era imposible creer que pudieran estar al borde del fin de la raza humana. Numerosas veces discutieron sobre la posibilidad de estar padeciendo un delirio colectivo pero, por desgracia, Graciela era psiquiatra y tenía mil razones bien fundamentadas para desestimar tal patología.

  Cuanto les hubiera gustado estar locos.

  El 10 de septiembre de 2012, arribaron al paraje La Tacuara, muy cerca de la laguna del Pescado. Rosalía había estado muy callada los últimos ochenta kilómetros. Había comprado en Paraná un libro titulado “Filosofía Maya, mitos y realidades” que la tenía totalmente atrapada.

  Al descender en la nueva casa que habían alquilado, ella ni siquiera había entrado al lugar. Se sentó en unos sillones hamacas, un lugar oculto entre plantas y árboles, un sitio ideal para leer tranquila.

  Alejandro la vio y la siguió para detenerse frente a ella por unos segundos, cargaba aún con dos pesados bolsos. Sus miradas azules se encontraron.

  Rosalía leyó ceremoniosamente:

-       Akbal, Noche Cósmico Azul. Poder de la abundancia, soñar, la intuición, la entrada…- dio vuelta la página y continuó con algo que tenía marcado con resaltador- “Alejandro te invita a introducirte en la oscuridad y permanecer en la quietud, en tus profundidades; allí hallarás tus dones, tu potencial, en el lugar donde tus sueños e ideas existen…

-       “Alejandro” no seguramente, dirá “La Noche”.

  Sonrió e intentó marcharse pero la madre de Victoria no se lo permitió.

-       ¡Hay más... hay más! -otra vez dio vuelta la página-. “LA RETIRADA” “Retirarse de ninguna manera significa huir, sugiere un digno paso al costado en pos de la elaboración de una nueva estrategia. En la distancia se ve con claridad  y una activa reconstrucción mental de la realidad. Es preciso tener una nueva mirada sobre viejos temas.”

 Él suspiró y cargó los bolsos para irse a la cabaña. Ella lo detuvo tomándolo de un brazo y fue terminante:

-       En esa retirada, ¿vas a llevarte a mi hija?

 Tardó unos segundos pero al fin le respondió con dolor en su expresión.

-       Sí.

-       ¿Solo... a mi hija?- el temor cruzó por sus ya húmedos ojos azules.

 La miró con el corazón oprimido. La mujer insistió al borde de las lágrimas:

-       Sé que no nos dijiste TODO sobre lo que Joshua te hizo ver en Pozo Verde. Merezco que me des la información completa. ¡Soy su madre!

  Alejandro apoyó los bolsos sobre el piso, se sentó junto a la mujer y se le acercó para confesarle al oído.

-       A ella… y a vos.

  La mujer se separó para enfrentarlo mientras se secaba las lágrimas, no quería que nadie los sorprendiera y les preguntara sobre el tema de su conversación.

-       Y… ¿Alba?- la angustia no la dejaba articular palabra- ¿Y Josh?

  Alejandro la sacudió con suavidad e inmediatamente le secó las lágrimas.

-       No podés llorar. Ella va a necesitarte fuerte. – inspiró profundo- Los van a separar.

-       ¡No!

  No le permitió hablar.

-       Sí, así sucederá. Los cuatro serán separados.

-       ¡No es posible!- Rosalía le tomó el rostro entre sus manos temblorosas para hablarle en un susurro ahogado-. No pueden separarlos… Victoria… ¡mi Vicky! Ellos… ¡se van a morir del dolor!

  Volvió a sacudirla, esta vez más enérgicamente.

-       ¡No, no se van a morir, tienen doscientos años de vida por delante aún! ¡Van a sufrir…de una manera atroz! Para eso estaremos nosotros, para sostenerla en su agonía…

-       ¿Y quién se llevará a Alba? ¡Mi chiquita! ¡Yo no puedo permitir que se la lleven!

-       No se trata de lo que permitas o no. No tiene que ver con nosotros…

-       ¿Y la criatura que espera Victoria? ¿Qué pasará con mi segunda nieta?

-       No tengo idea… La visión inducida por Joshua muestra partes de sucesos, no lo muestra todo! Creo que él no puede percibir el destino de los nonatos. Vi lo que él me mostró, que los van a separar.

-       ¿Cómo puede ser que Joshua no lo impida? ¡Él puede hacer lo que quiera!

-       Y lo va a hacer…

-       No te entiendo, dijiste que era un hecho que los separen…

-       Él va a llevar…- la angustia lo vencía, se secaba las lágrimas con desesperación por miedo a que lo vieran- Él va a llevar la peor parte, se va a entregar a sus captores, a sus torturadores, a los mismos que se lo encomendaron al viejo, los que nos están buscando…

-       No entiendo, tanto poder y... ¿no puede hacer otra cosa? ¿No puede cuidarse ni él mismo!

-       Eso es lo que pasa Rosalía. La bondad, el amor y la entrega de Joshua es tan pero tan grande que jamás se trató de Él, siempre fue sobre los demás.

  Rosalía suspiró y abrió el libro en otra página para leer con voz entrecortada:

-       “Enlazador de Mundos, Resonante Blanco. Clase: Desarrollo primario del Ser. Propiedades: Nexo conductor entre la vida y la muerte. Raza Cósmica: Blanca Refinador.”

  Alejandro continuó, como repitiendo un texto aprendido de memoria:

-       “Poder de la muerte como redención y entrega. De la Raza Blanca, es el puente de comunicación entre dos mundos, entre dos dimensiones, es el que trasciende la muerte mostrando que es un simple pasaje de estado.”

  Rosalía se paralizó.

-       Él… ¿se va a morir? Dijiste que no…

  No la dejó terminar la frase.

-       Morir, morir…no morirá. Pero yo creo que ocurrirá algo similar…

  Entonces los vieron. Caminaban abrazados, Alba sobre los hombros de su padre. Señalaban un barquito que navegaba bajo los suaves rayos del sol.

  Alejandro murmuró sin querer.

-       Que Dios los proteja... si es que Dios existe...

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora