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  A partir del seis de diciembre, Victoria comenzó a sentirse mal. Dos días después, ya no podía casi levantarse de su camastro. Al contrario de lo esperable, a Cimi no se lo veía preocupado por lo que sucedía. Se quedaba junto a ella casi todo el día, le  acariciaba  la panza y le hablaba en su idioma. Algunas palabras podía entender pero la mayoría le eran irreconocibles. Repetía mucho “Kaban manuid Victoria”, “Kaban hija de Victoria”, así llamaba él a la bebé. Él le daba ahora de comer a ella en la boca, casi a la fuerza pero,  minuciosamente, quitaba cualquier trozo de carne.

  El quince de diciembre levantó temperatura. Fue entonces que ella verdaderamente se preocupó.

-          Algo está mal Cimi. Es peligroso que una embarazada tenga fiebre. Creo que es porque el parto está pasado. Llevo cuarenta y dos semanas ya, eso está muy mal… es malo para las dos, para la beba y para mí. Tenés que llamar al viejo, aunque te dé miedo. Tenés que llamarlo.

  Él le respondió con absoluta tranquilidad, sonriente:

-          ¡Todo bien! Kaban manuid Victoria sheineu anien  luesjesh.

-          No te entiendo Cimi, ¿qué pasa con la beba? ¿ella está bien? Kaban manuid Victoria, ¿está bien?

  Él asintió y agregó enseguida:

-          Pronto luz…pronto salir Kaban manuid Victoria.

  Por la tarde empezó a perder el conocimiento. Se dio cuenta, entre delirios, que su temperatura corporal había trepado a límites imposibles para un humano. Entraba y salía del estado de inconsciencia y, siempre que lo hacía, veía a Cimi a su lado, hablándole en aquel idioma desconocido, acariciándola, pero sobre todo sonriéndole. Esa sonrisa le generaba una doble sensación: desesperación, por pensar que estaba con un niño que no se daba cuenta de la gravedad de la situación pero a su vez, incomprensiblemente, alivio también  porque sentía que, aunque se trataba del Joshua- niño, él nunca permitiría que algo malo les pasara a ella y ni a su hija.

  El diecinueve de diciembre ya no despertó. Entró en una especie de estado comatoso en el que se vio caminando por un extraño mundo. Las plantas eran de colores muy vívidos, más que la vegetación de la Tierra. En el aire podía percibirse un aroma embriagante, dulce.

   Se sentía feliz y plena, sin preocupaciones ni miedos. De pronto, una mujer muy rubia y de ojos celestes a la que creyó reconocer, se le acercó, apareció sin que ella supiera cómo había llegado hasta allí. Le habló en el idioma de Cimi pero pudo entender perfectamente todo lo que le dijo:

  ¡Hola estrella, compañera de Joshua!  Darás a luz a seres estelares, junto a ellas está tu destino. La primera, Kaban, mostrará a los hombres  la evolución de su mundo. Creada por el corazón de la Galaxia, Hunab-ku, producirá el alineamiento de las fuerzas planetarias, cohesionando la integración de los sucesos que han de acontecer.

Manic, la Sanadora, regida por su hermana Kaban y equilibrada por Cimi, su padre, realizará todo lo profetizado, curará las heridas del cuerpo y del alma de los hombres. Será la herramienta, el portal hacia la luz.

No temas y recuerda: eres la armonía de las estrellas, expándete. En el camino del eterno presente encontrarás a Cimi. Cuando lo veas, sincronízate con él. Recuerda que su parte humana, resonará en tu tono mental, no olvides que no controlamos la mente sino que somos pensados por ella. El canal de comunicación es el Kuxam Suum, para ustedes, el hilo de plata que une los mundos dimensionales. En el momento que Kaban selle la matriz de la auto-generación, la luz se renovará dando origen al nacimiento, será en el amanecer de tu tiempo el punto de vibración más alto. Justo en ese instante, él podrá retornar a vos y al mundo de los hombres. 

  La vio desvanecerse frente a sus ojos pero no le generó inquietud alguna. Solo restaba soñar con el momento del reencuentro. Las dudas habían sido vencidas, la armonía equilibraba su existencia.

  Al medio día del veinte de diciembre, Victoria, totalmente consciente,  empezó con su trabajo de parto. La fiebre había descendido bastante, aunque no se había regularizado. Cimi estaba a su lado, exactamente como lo había dejado, despreocupado y sonriente. Le generó una gran ternura. Ella le hizo señas para que se acercara y le acarició la mejilla maternalmente.

-          ¡Te voy a extrañar bomboncito! ¡Te voy a extrañar!

   Cimi se acurrucó en su cuello y ella le susurró al oído:

-          ¡Gracias por todo lo que me enseñaste, por acompañarme durante este tiempo!

   No sentía dolor alguno pero su abdomen parecía variar de temperatura y vibrar de un modo que antes no había percibido. Era suave y espaciado pero estaba claro que su hija, estaba pujando por salir.

  Hacia la medianoche todo su vientre vibraba cada veinte minutos y las oleadas de picos de temperatura acompañaban a esa vibración. Se trataba de una sensación placentera, embriagadora. Victoria no recordaba haber estado nunca tan relajada y en paz. Tenía un sentimiento de unión, de integración con... no podía definir quién o quiénes tal vez...  pero sin dejar de ser ella misma. Jamás había experimentado ni cerca algo como aquello.

  Las horas siguientes se transformaron en una vorágine de emociones, sentimientos, sueños. A su alrededor, por momentos, parecía desaparecer todo para, enseguida, volver a reaparecer. Una potente luz fluctuaba, rodeándola. Lo único estable era la presencia de Cimi, aunque, cuando la luz la envolvía, él también se transformaba en parte de aquella luminosidad sin perder en ningún momento su esencia.

  Hacia el amanecer, todo lo que había existido hasta ese momento había desaparecido: hogar, fuego, camastro, galpón, nada de ello quedaba. Su cuerpo, el de Cimi… parecían haberse modificado en cuanto a su densidad. Victoria ya no tenía ninguna experiencia corpórea, no había frío, calor, dolor, incomodidad. Solo la sensación de recordar quién era junto al resto de los seres con una gran sabiduría interna. Lo pudo ver, el tiempo la rodeó como un continuo y pudo darse cuenta que allí estaba TODO Joshua, en cada parte mínima de su existencia, desde Cimi hasta Joshua, como un AHORA eterno. Solo necesitaba estirar su mano y lo alcanzaría en medio de aquella energía estelar.

  Entonces ocurrió algo magnífico: TODAS las almas existentes estaban acompañándolos. Fueron ellas las que la hicieron “aparecer” en medio de un fulgor que renovó la energía reinante. Cimi- Joshua flotaba con un destello entre sus brazos, con un pequeño e inmenso ser con el que se sintió unida por un lazo de incalculable poder. Fue en ese instante eterno que tomó conciencia de que toda su vida había tenido como fin llegar a aquel momento. Victoria los alcanzó a ambos, al padre y a la hija, los rodeó con sus brazos casi transparentes y fue luz, sincronizada, amalgamada, plena.

  Dijo sin hablar: “Estamos donde debemos existir por siembre

  Joshua respondió también sin hablar: “No es posible. Tenemos una responsabilidad: los hombres deben despertar, deben dar el salto, evolucionar.”

   Toda la luz se apagó en una milésima de segundo como si hubiera ocurrido una implosión. 

En aquel pozo de sombras se oyó el llanto de un bebé. 

El enlazador de mundos ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora