Capítulo 2

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Los murmullos volvieron a hacerse presentes, esta vez no tan ensordecedores, y tragué grueso.

¿Cómo había olvidado que Branko también se encontraba en KEK? ¿Acaso habría cumplido con su palabra de no decir nada sobre haberme visto? Ni habiendo aceptado tener una cita con él lo había convencido para que se uniera a JBG, aunque ya no sabía qué lugar era mejor para unirse.

—¿Podrías acompañarme? —su voz baja sonó grave y, de alguna extraña forma, seductora.

Vaya que se veía muy atractivo. Su barba poco crecida y perfectamente perfilada, aquellos ojos avellana tan reconocibles y sus labios...

Pero ¿qué demonios me sucedía? ¿Acaso la falta de Cailan me hacía caer por cualquier hombre con tal de conseguir algo semejante a lo que él me había brindado? Reí a mis adentros. Eso no era ni remotamente posible.

—No he visto a mis amigos en... —comencé a decir para evitar tener que estar con él ahora mismo. No me fiaba de lo que pudiera hacer y yo sólo quería volver a reencontrarme con Yuna y Jayce.

—Por favor. —Percibí la insistencia en su voz y la seriedad comenzaba a hacerse presente en su rostro.

No conocía a Branko en lo absoluto pero, ahora mismo, su expresión me brindaba aquella seguridad y fiabilidad que había estado buscando por días.

Acabé por asentir, aunque no del todo convencida, y cogió mi brazo, arrastrándome afuera de la cafetería. Su paso era apresurado y yo aún no me encontraba en tales condiciones como para correr una maratón.

Se detuvo frente a una puerta y la abrió para empujarme dentro. La cerró detrás de él y observé a nuestro alrededor; era una vieja habitación en la que guardaban distintas pertenencias y objetos.

—No tengo mucho tiempo, escucha con atención —habló deprisa y lo observé desconcertada ante su precipitación. Aunque intentara sonar y lucir calmado, no parecía estar intentándolo muy bien —. Han instalado cámaras y micrófonos en tu habitación —expresó y lo observé absorta ante lo que oía.

Él se mostraba seguro a pesar de estar escupiendo de su boca aquellas palabras como si se tratara de su comida menos favorita.

—No digas ni cometas ninguna locura, ¿entendido? —Asentí casi sin pensar —. Ahora quiero oírte gritar "detente".

Me ordenó.

Clavé mi mirada sobre él como si me hubiera pedido que le mostrara mis senos, y volvió a insistir.

—Grita ya —dijo por lo bajo, exasperado.

—¡Detente! —chillé sin siquiera pensarlo.

Me atrevería a decir que nunca antes me había encontrado tan confundida como ahora. ¿Qué demonios era toda esta pantomima?

—Apártame —habló él y fruncí mi ceño.

Esta conversación no tenía ningún tipo de sentido. Al parecer, tanto poder y dinero lo había llevado a perder la cabeza.

—¿Qué dic...?

Sus labios capturaron los míos y no hice más que permanecer inmóvil en mi lugar ante la sorpresa. No negaría que perderse bajo su beso era algo factible que sucediera, pero sus palabras regresaron a mí como una bofetada.

Oí la puerta abrirse y, entonces, lo aparté de mí con fuerza. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo o sucediendo, pero tanto Jayce como Branko tenían sus miradas sobre mí; uno llevaba una expresión rabiosa y el otro una deseosa.

—¿Qué demonios haces? —mi ex-novio cogió al castaño del brazo y lo observó con total disgusto.

Sus ojos avellana no se quitaban de mí y esbozó una sonrisa divertida en su rostro.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora