Capítulo 11

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Encontrar a Branko estaba entre mis principales prioridades ahora mismo para hablar sobre la posible demonio vestida de ángel que se encontraba entre nosotros. Necesitaba una muy buena explicación sobre por qué ella estaba aquí a tan sólo dos meses de haberlo conocido. Por supuesto, tenía mi sospecha en mente pero prefería que me la confirmara.

Gracias a las ganas desesperadas de dinero y poder de Irene, sabía que nada podía sucederme esta noche. Al estar con el mismísimo Wolf, ella no se atrevería a tocarme ni un pelo... aún. Estaba segura que, en cuanto pudiera, se desharía de mí con gusto una vez obtenido lo que buscaba. Spoiler: eso jamás sucedería mientras él estuviera de nuestro lado.

—¡Valdine! —mi paso se detuvo en seco al reconocer su voz y, contrario a tantas otras veces, no parecía estar de buen humor.

El mismo martillo de siempre comenzaba a darme en la cabeza, provocándome un fuerte dolor, y llevé mis dedos índices a mi sien para empezar a masajearla. Oí sus pasos aproximarse a mí y tragué grueso.

Los días sólo parecen ir empeorando...

Dibujé una sonrisa fingida en mi rostro y me volteé a verlo después de tantos meses. Nada en él había cambiado; su cabello aún lucía como si acabara de despertar, sus orejas se veían rojas, lo cual me confirmaba que no venía en son de paz, y sus orificios nasales se abrían y cerraban a la par de su agitada respiración.

—¿Es así como saludas a tu casi hermana, Harvey? —mi intento por sonar chistosa no había funcionado al ver que la seriedad continuaba impregnada en su rostro como la mugre.

Harvey Lane, hermano del medio, por lo tanto, el invisible. Encantador en su día a día y rara vez enfrentaba a las personas... exceptuando ahora.

La razón por la que ninguno de los Lane -sin contar a Anya- se encontraba dentro de la central es porque los cuatro trabajaban para KEK desde fuera. Todos los jóvenes habíamos tenido la opción de elegirlo al finalizar la preparatoria, pero permanecer aquí dentro te daba prioridad para enlistarte en las misiones más importantes, lo cual significaba que podías volverte un reconocido agente. Por supuesto, eso era algo que a mí me había interesado desde el principio, pero ninguno de los Lane contaba con aquella ambición. Entonces, ¿por qué Anya había decidido permanecer aquí? Pura y exclusivamente para estar conmigo.

—Aquella casi hermana está a punto de ser asesinada por su casi hermano —su tono no me agradaba —. Mi madre te quiere y es por eso que ha confiado en ti con lo que le has dicho ayer, pero es también por lo mucho que te quiero que sé que sólo estás protegiéndola.

Mierda.

Ruby sí era una persona a la que podía convencer con facilidad con mi buen y apropiado uso de palabras, pero eso nunca me había sido posible con el moreno frente a mí.

—Quiero ver a mi hermana —atinó a encaminarse hacia nuestra habitación pero cogí su brazo. Su mirada asesina se posó sobre mí y me alegraba saber que no le haría daño ni a una mosca —. Estoy a un segundo de armar un escándalo para que alguien me dé una puta explicación.

Que perdiera el control no era bueno para mí, o Anya nunca acabaría por decirme la verdad. Debía solucionar esto a como diera lugar...

—Tres días —solté y él frunció su ceño. Me le acerqué con sigilo y susurré: —. Anya ha comenzado su período hoy y ya sabes cómo se pone los tres primeros días.

—¿Malhumorada? ¿Ensangrentada? —preguntó al apartarse de mí con un tinte de espanto en su expresión.

No había nadie más en este planeta que le tuviera más asco a la sangre que Harvey. ¿Cómo se encontraba siendo agente secreto sabiendo que defender y defenderse a sí mismo era su rol principal? Pues, no lo sabía.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora