Capítulo 4

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Cailan.

Hace cuatro días que no teníamos ningún tipo de noticia sobre Valdine y Mitch. Sólo podíamos ver a través del rastreador que llevaba en su tobillo que había estado moviéndose por la central pero no sabíamos si había sido por voluntad propia o no. Tal vez, habían encontrado aquel dispositivo y aquel se movía de un lugar al otro porque estaban examinándolo.

En cuanto a Mitch, no se había recibido ningún tipo de movimiento más que cuando se adentró a KEK. Luego de eso, su punto de identificación ha permanecido en el mismo lugar.

Por otro lado, la tensión se había estado sintiendo en toda la central y debía escaparme varias veces para tomar algo de aire fresco. Este lugar ya no se sentía como antes; parecía un interminable funeral en el cual sentía como si fuera a asfixiarme hasta que acabara con mi vida.

De repente, todo se sentía aburrido e insulso. Mi energía había disminuido considerablemente y mi ánimo se había ido a la basura; nunca había estado tan irritable y malhumorado como en estos días.

Los recuerdos me invadían como si no existiera un mañana unas mil veces al día y me hacían sentir mal del estómago. No es como si nunca hubiera herido a alguien, pero era de Valdine Jensen de quien estábamos hablando.

¿Y si la había asesinado? ¿Y si no había clavado la navaja en el lugar que mi madre me había indicado con tanta minuciosidad? ¿Y si la había cagado y la había herido de gravedad, provocándole la muerte?

Mis manos volvían a enfrentarse al mismo temblor diario y las escondí debajo de la mesa. Había tenido su sangre en mis manos... Ella había intentado repararme y, en su lugar, yo le había clavado un puñal.

La navaja se atravesó en su piel con facilidad y sentí aquel puñal como si me lo hubieran dado a mí. En aquel entonces, había sido el arma que le había entregado para que se defendiera de Branko e, irónicamente, ahora se encontraba enterrado entre sus tejidos.

Comencé a sentir cómo mi mano se humedecía por su sangre y me aparté de ella. Tanto su mirada incrédula como sus manos se dirigieron a su nueva herida para verificar que fuera cierto... Ella estaba confirmando que yo había sido tan hijo de puta como para hacerle eso.

Sus ojos café ahora se encontraban inundados de lágrimas y sólo quería decirle que todo era parte del plan, que no había querido herirla. A fin de cuentas, nadie había tenido las agallas para hacerlo más que yo y me había sentido capacitado... hasta ahora.

La expresión de traición se encontraba impregnada en su rostro y no me fue posible contener mis lágrimas. Yo la había decepcionado. Luego de esto, ya nada volvería a ser lo mismo.

Gwendolyn se acercó a Valdine y le susurró algo que ya no me era posible oír para acabar empujándola hacia los lobos hambrientos.

Observé mis manos temblorosas llenas de su sangre y comencé a limpiarlas en mi playera ante la desesperación. Los recuerdos de mi niñez se me aparecieron como si fueran alguna especie de dejà vü y mi respiración se aceleró tanto que empecé a hiperventilarme.

Todo esto se sentía tan familiar pero de una forma horrible. Las imágenes de la carretera se aparecían como si fuera una película, mi abuelo con el móvil en su mano, la sangre...

¡Valdine! —el grito de Mitch me quitó del recuerdo de mi tormentoso pasado y apoyé mi espalda en la pared para resguardarme mientras mi respiración se normalizaba.

Ya es tu momento —le dijo Gwendolyn en un intento por reprimir sus lágrimas, y se abalanzó a sus brazos —. Por favor, no mueras.

Él cogió su arma tras finalizar su abrazo y le dio una sonrisa.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora