Capítulo 5

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En los cinco días que me había encontrado aquí dentro, sólo había sido capaz de dormir gracias a los medicamentos, pero ese no había sido el caso de anoche. Mi cabeza no se había detenido ni un segundo; pensaba en Anya y en que hoy por fin la vería, en el segundo paso del plan del cual aún no sabía nada, en encontrarme a tan sólo metros de Broc y sólo querer verlo para pedirle que resistiera un poco más, si es que aún se encontraba con vida, en saber más sobre Mitch y, por supuesto, en todos en JBG.

¿Cómo estaría Margo lidiando con esta situación? ¿Qué hay sobre Thea y Silas? Y Cailan... ¿acaso estaría extrañándome siquiera un poco? Todos allí habían dejado una marca en mí que me alegraba tener... Bueno, no todas.

Tan pronto la alarma sobre mi mesa de noche comenzó a sonar, la apagué de un golpe y me puse de pie con rapidez. Hoy debía ser un día productivo, ya no podía perder más tiempo. Al menos, hoy descubriría qué demonios estaba sucediendo con mi mejor amiga.

Me salí de mi habitación y los agentes aún no parecían creer que me encontrara con vida. Paso que daba, mirada que recibía.

—Valdine —reconocí la voz de Jayce y lo encontré a mi lado —, ¿podemos hablar?

Oh, por dios. La historia volvía a repetirse tres meses después, pero tenía suerte que ahora sus cuestionamientos me importaran lo mismo que una mierda.

—Si te apareces por lo que le hice ayer a Uker —comencé a decir sin detener mi paso, ya que no tenía tiempo que perder —, ni te molestes en regañarme porque volvería a hacerlo.

Él cogió mi brazo, provocando que detuviera mi paso, y me volteé hacia él.

—¿Qué te han hecho? —me han "torturado", idiota. Él preguntó aquello algo extrañado mientras me observaba como si no me reconociera. Efectivamente, ya no era la misma persona —Te has vuelto un tanto... salvaje.

—¿En verdad esperabas que regresara siendo la misma? —quise saber. Si así era, confirmaría su estupidez mental —No tienes ni idea de lo que he vivido, Jayce, y lo último que quiero hacer es oírte volver a pedirme que intente ser más amable con tu amigo.

Él se removió algo incómodo en su lugar y aclaró su garganta.

—No venía a hablar sobre Uker —reveló, tomándome por sorpresa. Vaya, aquello sí que era algo nuevo... —. Lamento cómo fue que terminaron las cosas entre nosotros.

Sí, de seguro decía eso porque se sentía culpable de que me hubieran "secuestrado" al día siguiente de haberme roto el corazón en un millón de pedazos. No sólo eso, sino que también había sido el mismo día en que había perdido a mi padre.

Vaya mierda de suerte la mía.

—Sé que me comporté como un cretino y...

—Y ¿ahora has cambiado —lo interrumpí.

Sin duda alguna, él me desconocía por completo.

—¿Por qué decidiste romper conmigo tan repentinamente? —hice la pregunta que había querido hacer por tanto tiempo. Finalmente, el momento de la verdad había llegado luego de tanta espera.

Él me observó como si estuviera buscando en su cabeza la respuesta perfecta... O, más bien, la excusa perfecta.

—Necesitaba un respiro, Val —respondió y no pude evitar reír por lo bajo. Su expresión ahora se endureció un poco y clavó sus ojos miel en mí —. ¿Qué es lo gracioso?

—Que tu deseo ha sido concedido —dije —. Te he dado un respiro de tres meses y espero que eso te haya sido suficiente.

Atiné a marcharme pero él volvió a cogerme del brazo. ¿Cuándo demonios se había vuelto tan persistente?

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora