Capítulo 22

902 62 4
                                    

Cailan.

*Unas horas antes*

Ahora que Mitch ya no se encontraba con vida, Valdine estaba completamente sola allí dentro y no era una idea que me agradara ni un poco.

Mis pasos por los pasillos de JBG fueron determinantes hasta que llegué a la gran puerta de vidrio. Sin siquiera golpearla con mis nudillos para que me dieran permiso, me adentré sin más.

Un ambiente tenso y pesado me invadió tan pronto me aparecí. Gus, Thea, Silas, Naya, Luca, Naomi, mi padre, los de Broc y Gwendolyn se encontraban presentes en la sala. Algunos de ellos tenían sus ojos rojos como si acabaran de descubrir la muerte de Bay mientras que otros aún parecían estar procesando la noticia.

—¿Qué haremos con él? —preguntó mi padre sin alzar su vista hacia los también ojos rojos de nuestra líder.

¿Conmigo? ¿Qué sucedía conmigo? ¿Acaso ya había vuelto a cagarla sin darme cuenta?

—Merece una sepultura digna —habló Thea entre sollozos, sin serle posible contener las lágrimas.

Joder... Esperaba que no estuvieran hablando de mí.

Luca cogió su mano para brindarle algo de calma y Silas impactó su puño cerrado contra la mesa de madera, causando estruendo en la habitación.

—¿Y ahora qué? —decidí intervenir. Si quisieran enterrarme, no era algo que dirían en mi rostro como si nada.

Me desaparecía un día y todo se iba a la mierda... Lo peor es que todo parecía seguir empeorando con el pasar de los minutos. Todas las miradas se posaron sobre mí con cierta incredulidad, como si creyeran que estaba bromeando.

—¿Dónde has estado? —quiso saber Gus. No sabía si su intención era exponerme o realmente quería saberlo, pero sólo lo fulminé con la mirada.

—Nos han... —Gwendolyn parecía estar rompiéndose por dentro pero continuaba intentando lucir fuerte. Sus ojos estaban hinchados y su cabeza parecía estar en otro planeta —enviado el cuerpo de Mitch.

El estómago me dio vueltas ante la perversidad de Wells. Sabía que Jensen era fuerte, pero ¿quién demonios podía tolerar tantas golpizas? Me dolía admitir que sólo ella podía hacerlo.

Esto es por nuestros agentes asesinados en el bar. Recuerden que aún tenemos a uno de los suyos —leyó mi padre de un papel y me observó tras largar un tenso suspiro —. También saben enviar amenazas.

Broc.

—¿Cuánta más mierda debe de tolerar Valdine? —cuestionó Silas con una mezcla entre furia y temor en su voz —Ella ya ha perdido a toda su familia y, si no la recuperamos pronto, entonces nosotros acabaremos perdiéndola a ella también.

Sus palabras no contaban más que con la verdad, por poco que me agradara darle la razón, pero suerte que yo ya había pensado en un plan en cuanto descubrí lo sucedido.

Donovan y Jules se encontraban cabizbajos, y ahora me tocaba a mí hacer algo al respecto.

Había sido lo suficientemente descuidado como para permitir que su hijo me hubiese mentido en el rostro y no haberlo notado, había roto la única promesa que me había hecho cumplir, y ahora me tocaba hacer lo que había quedado a medias tras la ausencia de Mitch.

—Envíame —solté, clavando mi mirada sobre Gwendolyn. Divisé a mi padre ponerse de pie de su asiento y caminar hacia mí, pero ni él ni nadie me haría cambiar de parecer. 

Podía sentir cómo las miradas de todos regresaban a mí, incluyendo la de la morena que se negaba a mi pedido.

—Mitch se adentró en KEK como distracción para que Broc tuviera más tiempo de vida —comencé a hablar —. Si yo entro, puedo ser suficiente distracción para Irene hasta cumplir con los tres días.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora