Capítulo 19

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Mi mente se encontraba en blanco. Sentía como si hubiera recibido algún tipo de anestesia en la cual me encontraba despierta pero no era capaz de decir o sentir nada en lo absoluto.

Branko aún me tenía contra su pecho y el tono de sus voces iban subiendo la intensidad con cada segundo que pasaba.

—¿Qué mierda has hecho? —su voz impactó con fuerza al encontrarse cerca de mí.

—¿Vas a decirme que no ha sido un increíble regalo de cumpleaños? —le preguntó ella y podía oír las gotas de sangre caer en el suelo como una cañería que perdía agua.

Él estaba allí... muerto. Mientras tanto, yo no podía voltearme siquiera. La imagen del acto estaba instalada en mi cabeza y no había nada que pudiera hacer para hacerla desaparecer. Aquella se reproducía en cámara lenta; el filo deslizándose por su garganta como si se tratara de algún tipo de animal y sus ojos... Mi pecho comenzaba a doler y la angustia se instalaba en él. Lo último que habían visto aquellos ojos azules había sido yo.

—¡Valdine no estaba preparada! —gritó Wolf con todas sus fuerzas, supongo que para justificar mi estado de shock —¡Lo has...!

Ya no podía permanecer aquí. Me sentía absorta en mi propio calvario de cero emociones y lo único que oía eran gritos a mi alrededor. Alargué mi mano hacia el picaporte y, sin mirar atrás, abrí la puerta y comencé a caminar por los pasillos sin rumbo, intentando no escuchar más de su conversación.

Cada parte de mi cuerpo me pesaba; mi pecho, los brazos y las piernas. Caminar no me estaba siendo demasiado fácil y podía sentir que sólo arrastraba mis pies por inercia.

Mitch Bay estaba muerto. Lo había visto con mis propios ojos y yo había sido la última persona a quien él había visto. Él contaba con que lo salvaría, yo se lo había prometido. Yo...

<<Tengo que salir de aquí>> aquella voz detrás de mi cabeza era la única que podía pensar con claridad ahora mismo.

—¡Val...! —su voz acercándose a mí no hizo que me volteara a verlo o detuviera mi paso. No sabía hacia dónde estaba caminando, pero esperaba que fuera hacia la salida de este manicomio. Su cuerpo se interpuso y volví a dar contra su pecho —Val...

Su voz ahora era más suave y cogió mi inexpresivo rostro entre sus manos para que lo viera; el horror estaba impregnado en su mirada y no sabía qué decirme.

¿Acaso había algo que pudieras decirle a alguien que acababa de perder a la única persona más cercana a su familia que le quedaba? No, no había nada. Ahora sí que lo había perdido todo.

Lo más duro de perder a una persona que te había acompañado por tanto tiempo es que, inevitablemente, una parte de ti se iba con ellos. Todos los recuerdos vividos, los llantos, las risas, ahora eran solamente recordados por mí y me sentía egoísta al ser la única persona con vida que los tuviera en su cabeza.

Mitch ya... no recordaba nada. Yo ya no existía para él, pero nuestros momentos juntos no serían olvidados hasta mi último día.

Todo podía continuar empeorando y, de hecho, lo hacía con cada hora que pasaba.

Mis abuelos, mi madre, Katie, mi padre, Mitch... Todos ellos se estaban llevando partes de mí y me preguntaba cuánto más me quedaba para mí misma. Es como si mi corazón se hubiera roto hace tiempo ya y cada uno se hubiera llevado una gran parte con ellos.

Branko me arrastró por los pasillos al jalar de mi brazo bajo su agarre y nos adentramos a un lugar. Me encontraba aturdida, confundida y mareada, sólo deseando desaparecer de este mundo por unas horas.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora