Capítulo 15

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Los celos me hervían la sangre ante aquella escena. Él no la había apartado de ella y la cicatriz de su puñal volvía darme una puntada. ¿Acaso lo haría cada maldita vez que algo estuviera relacionado a él?

—De hecho, una copa no me vendría nada mal —me volteé hacia Branko, cambiando de opinión.

Necesitaba salir sobria de este lugar, pero no sé si me sería posible sobrevivir esta noche sin una gota de alcohol en mi sistema.

Él me dio una amigable sonrisa y se marchó de mi lado. Volví a regresar mi mirada hacia el rubio porque parecía gustarme sufrir, pero ya ninguno de los dos se encontraba allí.

¿Acaso habría sido producto de mi imaginación? Me encantaría pensar que sí, pero yo solía imaginar cosas bonitas, no como aquellas que sólo me provocaba querer borrarlas de mi mente.

—¿Estás preparada? —Yuna hizo su aparición a mi lado. Llevaba puesto un vestido azul oscuro que le quedaba para el infarto y fingí una sonrisa. Odiaba tener que simular con mis amigas, tener que mostrarme de alguna forma afligida o débil cuando nada me había sucedido en realidad —Lo que te ha impuesto Irene no ha sido nada fácil.

Asentí sin darle muchas vueltas al asunto.

—No lo sé —solté —. Espero estarlo, pero no sé cómo responderé cuando lo vea.

Claro que sabía. Yuna temía que fuera a paralizarme cuando no hacía más que encenderme cada vez que lo veía.

—Puede que, si recuerdas todo lo que te ha hecho —¿Hacerme tocar el cielo con las manos? —, logres enfrentar los oscuros recuerdos.

No lo veía muy factible.

Le di una dulce sonrisa -al menos, ella estaba intentándolo- y Branko se apareció a mi lado con mi copa. Mi amiga llevó sus ojos hacia ella y frunció su ceño con extrañeza.

—No creo que debas beber en una fiesta como esta —habló ella para mí pero con su mirada de desconfianza sobre él.

¿Qué había sucedido? Creí que le agradaba...

—Es Valdine quien me la ha pedido, yo no la he obligado —se defendió él y, de repente, me sentía en el medio de un triángulo amoroso con cruzada de miradas poco amigables.

Yuna le arrebató la copa de su mano y la bebió de un solo trago. Le regresó la misma vacía y sus preciosos ojos rasgados se posaron en mí con cierta complicidad.

—No bebas, Val —me advirtió ella antes de marcharse, dejándome un tanto desconcertada.

—¿Acaso eso no te ha parecido un tanto sospechoso? —de pronto, su voz se había vuelta gélida y su vista seguía posada sobre su paso que ahora desaparecía de entre la gente.

—Por supuesto que lo será para ti si te encuentras investigando a su padre —hablé por lo bajo y sus ojos ahora se clavaron en mí. Era extraño recordar que nuestras miradas se habían cruzado por primera vez en una situación similar a esta pero ocultando nuestra identidad debajo de nuestros disfraces.

El tiempo sólo se había encargado que sus ojos avellanas pasaran de darme igual a fascinarme por completo, pese a que ahora aquellos lucían más oscuros de lo normal.

—No sólo a él, sino que también a ella —Mis ojos se abrieron ante la sorpresa —. Estamos hablando de un posible asesinato, Val.

Había estado para mi amiga durante la muerte de su madre y sabía cuánto la había sufrido. Un año intentando que saliera de aquella depresión en la que se había encontrado y no había sido capaz de poseer nada que la relacionara a ella, como volver a beber su bebida favorita.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora