Aún no comprendía qué tipo de demonio se había apoderado ayer de mí. Aplasté mi rostro en el cojín y largué un leve chillido.
¿Qué había hecho? ¿Por qué lo había hecho? Demonios. Sabía que tener a Cailan en mi habitación resurgiría en mí cosas que no deseaba, pero así había sucedido.
Tenía que salir de este lugar, y tenía que hacerlo tan pronto me fuera posible.
Me salí de la cama y, luego de darme una apresurada ducha, me digné a alimentar a este cuerpo que necesitaría de todas las energías posibles.
—Valdine. —Me volteé en el pasillo tras oír una voz detrás de mí y... No me lo podía creer.
Era Miller.
Con su mirada baja se acercó a mí y se detuvo a una distancia considerable... Lo suficiente como para no creer que estaba aquí para pelear.
—Yo... —tragó grueso, y sus ojos oscuros reflejaban culpa —. Te debo una sincera disculpa.
Me debía más que una disculpa, entre ellas, devolverme mi privacidad tras haber revelado hechos de mi vida privada. Sin embargo, Miller no era de los que merecía mi rencor. KEK había asesinado a sus padres, y ahora también comprendía por qué me había odiado tanto...
La persona de quien él estaba enamorado había dado su vida por mí. Era probable que yo también me hubiese odiado de haber estado en su lugar.
—Sé que nada reparará lo que te he hecho, pero...
Alargué mi mano hacia él. Su mirada la examinó por unos segundos hasta que decidió alzarla para verme con un notable rastro de desconcierto.
—Lo sé todo, Miller, y no puedo juzgarte —emití, mientras él aún parecía dudar de mi actitud —. Los amigos de mis amigos no son mis enemigos.
Acerqué mi mano un poco más a él, haciéndole saber que no tenía una navaja oculta ni mucho menos.
—Estamos en paz, Gandhi.
A pesar del intento que estaba haciendo por reprimir aquella sonrisa que se avecinaba, no lo logró y estrechó mi mano.
—Estamos en paz, Jensen.
Aclaró su garganta y su posición erguida regresó a él como si la seguridad hubiese vuelto.
—Me alegra tenerte de regreso.
No sabía cuán ciertas eran sus palabras, pero sólo atiné a darle una amigable sonrisa y se desapareció de mi vista. Continué mi paso hasta adentrarme a la cafetería y, tan pronto lo hice, el silencio se apoderó del lugar.
Esto se sentía como un maldito déjà vu que continuaba repitiéndose una y otra vez. De repente, un aplauso se hizo oír y, en cuestión de segundos, todos se habían levantado de sus asientos para imitar aquella acción.
El odio por parte de los agentes de JBG hacia mí había quedado atrás, pero debía admitir que ser el foco de atención tampoco me agradaba. Sentía como si estuvieran cantándome el 'feliz cumpleaños' e, incluso después de tantos años, aún no sabía qué hacer en ese momento más que sentirme algo incómoda.
Forcé una sonrisa en mi rostro tan convincente como me fuera posible y me eché a caminar hacia la que solía ser mi mesa... Y allí se encontraban ellos. No sólo Thea y Silas estaban allí, a quienes ya había tenido el agrado de volver a abrazar, sino que también Naya y Luca. Sus brazos me rodearon tan pronto me acerqué a ambos y se había sentido como si una eternidad nos hubiera separado.
¿Quién hubiese dicho que encontraría grandes amistades en la que había sido la corporación enemiga?
—Te ves más delgada, Val —habló ella tras apartarse e inspeccionarme de pies a cabeza —. ¿Quieres que vaya por tu comida? Me aseguraré de que sea nutritiva.
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CODICIA [+18] ©
RomanceTRILOGÍA TENTADORA PERDICIÓN - Libro II (En proceso) Vengar el asesinato de su padre ya no es el único deseo que tiene Valdine Jensen. Las palabras que había oído en los pasillos de JBG no habían sido más que verdades; adentrarse en la lujuriosa y...