Capítulo 29

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Tanto Cailan como yo salimos corriendo de la enfermería y, al llegar, en la fila de la ansiosa espera también se encontraban Jules y Donovan. Los ojos completamente húmedos de ambos se posaron sobre nosotros y detuve mi paso.

Sin siquiera dudarlo, ambos se lanzaron sobre nosotros para abrazarnos y romper en llanto. Me invadía una mezcla de sensaciones, pero la felicidad y el alivio eran los  más prominentes.

Pese a que esta guerra aún no había acabado, por primera vez, no sentía una asfixiante y pesada sensación sobre mi pecho. Claro estaba que no todo lo que me había hecho sentir mal había desaparecido, pero era la primera vez que me encontraba relativamente bien desde que mi mundo se había venido abajo.

—Gracias, Val —sollozó Jules, notando en su voz la intensidad para expresar que realmente se sentía agradecida —. Has salvado a nuestro hijo...

Él me había salvado antes a mí.

Se apartó de mí con suavidad y se volteó hacia Cailan, esbozando una dulce sonrisa. Mientras tanto, Donovan se acercó a mí y acarició mi mejilla de una forma paternal, curveando también sus labios.

—Nos alegra tanto que nada te haya sucedido o no hubiésemos sido capaces de soportar la culpa —habló ella, limpiando el rastro de lágrimas que se había creado sobre sus mejillas.

—Soportar la culpa no hubiese sido tanto un problema —dijo él y ambos Rowell lo observaron con cierto desconcierto —. Más bien, mi padre lo hubiese sido.

Vaughan provocó la risa de ambos, algo nunca antes visto, y la puerta que tanto habíamos ansiado que se abriera lo había hecho.

Un hombre vestido de bata la atravesó, encontrándose con cuatro miradas a punto de contagiarle nuestro nerviosismo.

—¿Podemos verlo? —el tono de Jules sonó más como una súplica que una pregunta.

Su mirada nos recorrió rápidamente y suspiró.

—Dos personas pueden adentrarse, como mucho —los ojos verdes de Donovan regresaron a nosotros, no queriendo pedirlo pero sabiendo que se morían de ganas por ser los primeros.

—Vayan ustedes —se me adelantó Cailan al hablar —. Querrá ver a sus padres primero.

Un par de sonrisas eufóricas aparecieron en sus rostros y atinaron a adentrarse.

—Intenten no hablar alto —les informó el doctor —. Él necesita tranquilidad, por sobre todas las cosas.

Ambos se adentraron con cuidado y los vimos desaparecer al atravesar el marco de la puerta.

—Estaré en la habitación 16, en caso de que necesiten algo.

Ambos asentimos antes de que se marchara, abandonándonos en aquel silencio.

Silas ya se había esfumado hace un rato para permitirnos tener aquel privado reencuentro, por lo que sólo nos encontrábamos Cailan y yo.

Ninguno decía nada. Es como si ya no nos fuera fácil hablar con el otro si no había alguien más. Dejé descansar mi espalda en la pared que se encontraba frente a la habitación y él hizo lo mismo.

—¿Nos quedaremos en silencio o...?

—Aún estoy enfadada contigo —lo interrumpí y sentí sus mirada clavarse en mí, pero no me atrevía a verlo.

<<Puedes enfrentarte a toda la central de KEK pero no a Cailan Vaughan>> me atacó mi voz interna.

—¿Esperas que crea que fuiste a KEK y arriesgaste tu vida por Broc?

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora