Capítulo 54 - Capítulo Final

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El lugar se veía igual que siempre pero, contrario a las veces anteriores que había estado aquí, ya no sentía las conocidas mariposas en el estómago. Los motivos de mis visitas aquí siempre habían sido pura y exclusivamente por diversión, y se sentía extraño que esta fuera la excepción.

Este pequeño bosque no hacía más que traerme recuerdos con la misma persona que tenía planeado encontrarme pero, ahora sabiendo todo lo que había hecho, me daba ganas de crear nuevos recuerdos para nada bonitos.

—¿Dónde es? —me preguntó Branko mientras caminábamos entre los arbustos.

No había venido sola como le había prometido a Jayce, pero tampoco Branko había traído a tantos agentes como había esperado. Tan sólo éramos nosotros, Elowen y tres hombres armados. Supongo que eso tenía que ser suficiente... A menos que Jayce hubiese decidido mentirme y traerse a todo KEK.

—En el centro del bosque —hablé por lo bajo —. No nos queda demasiado para llegar.

—¿Estás preparada? —Asentí sin más —. No podrás portar ningún arma o nos arriesgamos a que él no confíe en ti.

—¿Y si él trae alguna?

—Tendrás que asegurarte que no —respondió. Es decir, tendré que tocar a aquella rata inmunda —. Se supone que ambos vienen en son de paz. Si trae alguna, entonces, no es de fiar.

La cinta roja en el árbol había sido mi señal. La misma que había decidido dejar allí hace años atrás para no perderme. Detuve mi paso, y así también los demás hicieron lo mismo. Los tres agentes buscaron su lugar entre los arbustos para conseguir una vista estratégica y me volteé hacia el castaño.

—Sé que no te agrada la idea —susurré —, pero sabes que necesitamos aquel veneno.

Asintió. Sus manos se instalaron en mis mejillas con firmeza mientras sus ahora oscuros ojos no se despegaban de mí.

—Sin importar qué, no cometas ninguna locura, Valdine —me ordenó, pero ya me encargaría yo de eso —. Llénate como un globo de aire, nada más que tú de paciencia, ¿entendido?

Ni con toda la paciencia del mundo podía enfrentar a Jayce. No luego de la carta que Mitch me había dejado.

—Manténganse bien ocultos —les dije —. Me temo que no es para nada idiota, aunque sí el más de todos los hombres con los que he estado.

Sólo habían sido tres pero, por fortuna, mis gustos habían ido mejorando.

Él rió para luego darme una dulce mirada.

—No te preocupes por nosotros, Val —concluyó, aceptando aquello como una especie de despedida por su parte.

Tanto él como Elowen se ocultaron detrás de unas plantas y llené mis pulmones de aire, no de paciencia, preparada para adentrarme al área de la fuente. Di unos pasos hasta quitar las hojas y ramas de mi camino y me adentré.

Allí estaba él. Sentado frente a la fuente como si llevara una vida llena de preocupaciones. Tan pronto alzó su mirada y sus ojos me encontraron, se puso de pie con rapidez.

—Val... —tragó grueso, notablemente nervioso. ¿Sería porque estaba a punto de partirle el rostro de un golpe? Pues, estaba en lo cierto.

Aceleré mi paso hacia él y descargué mi ira al estrellar el puño en su mejilla. Mis nudillos me pedían piedad, pero esperaba que aquel golpe le estuviera haciendo ver las estrellas.

—Supongo que lo merezco —articuló, limpiando con sus dedos la sangre que salía de la comisura de su boca.

—Lo mereces, no hay duda de eso —escupí —. Aparta los brazos de tu cuerpo.

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⏰ Última actualización: May 11 ⏰

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