Capítulo 33

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Tras salir de su habitación, dejé caer todo el peso de mi cuerpo sobre la puerta y eliminé el aire contenido de mis pulmones.

No estaba haciendo más que ahogarme en aguas profundas. Todos aquellos sentimientos que aún no tenían nombre comenzaban a quitarme hasta el aire y me asfixiaban.

¡Eres una idiota, Valdine! ¡Ya tenías suficiente con un hombre! ¿Es que acaso la codicia se ha apoderado de ti y uno no ha sido suficiente?

No sé qué demonios había sucedido conmigo, pero cada vez me convencía más que debía olvidarme de uno de los dos. Sin importar cuánto me doliera, a veces, debíamos soltar a las personas que nos hacían bien en ciertos aspectos para conservar a otras.

—¡Valdine! —Di un salto en mi lugar al oír su voz y presioné mis ojos con fuerza, maldiciendo a mis adentros.

Oí su paso brusco acercarse a mí y permanecí con mis ojos cerrados.

—¿Qué haces aquí? —reclamó saber.

Yo tendría que estar haciéndole esa misma pregunta.

Abrí uno de mis ojitos con cuidado y me espanté al encontrarlo más cerca de mí de lo que había esperado.

—¿Has hablado con Broc? —respondí a su pregunta con otra que nada tenía que ver.

Su expresión se endureció y su mirada no se quitaba de mí, aunque tampoco es como si yo pudiera hacerlo. Aquella parecía estar siendo atravesada por un millón de sensaciones que sólo él sabía y no me animaba a preguntar.

—No hemos podido tener una conversación normal desde que hemos regresado —expresó.

—¿Qué tipo de conversación normal podríamos tener, Cailan? —pregunté y dirigí mis ojos a sus sabrosos labios. Demonios. Esto sí que sería imposible de evitar —Si la que tienes en mente comienza con tu mirada deseando probar mis labios, entonces te advierto que no... —Me interrumpió.

—Quiero que hablemos sobre nosot...

La puerta detrás de mí se abrió de repente, y caí a los pies de quien había provocado aquello.

Necesitaba unas vacaciones de este par de hombres.

Observé hacia arriba para encontrarme con su mirada sobre mí y, sin permitir que todo esto se fuera al mismísimo demonio, me puse de pie deprisa.

—Oh, Cailan —ahora, sus ojos lo encontraron a Vaughan frente a él y le dedicó una amigable sonrisa —, ¿cómo has estado?

A la mirada fulminante del rubio sólo le faltaba que pudiera lanzar dagas para lograr el resultado que esperaba.

—Estupendo hasta que te apareciste.

Golpeé su pecho para regañarlo por su falta de respeto, y noté su mandíbula tensarse.

Hasta aquello había echado de menos de él.

—¿Por qué no regresas a tu cama? —volvió a atacar —Deberías estar manteniendo reposo.

Mi intensa mirada se clavó en él. No sabía si había decidido ignorarme o no estaba teniendo el efecto que había esperado, pero él acabaría asesinando a Branko si no hacía algo más.

—No soy de los que se quedan quietos ni mucho menos —se defendió —. Lo mío es más disfrutar de cada momento, así sea en la cama —sus ojos llenos de diversión se posaron sobre mí —, ¿no es así, Val?

Esto debía ser una puta broma.

Me encontré perpleja ante su ataque sigiloso, siendo incapaz de emitir palabra alguna. Si ambos jugarían de esta forma, acabarían muertos en cuestión de segundos.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora