Capítulo 36

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La carretera iba tranquila pero, a medida que íbamos acercándonos a nuestro destino, más apartados de la sociedad parecíamos estar... Lo cual tenía completo sentido.

Para mantener a su familia protegida, las había mantenido aisladas del mundo. Lo que parecía ser como un bosque oculto, nos daba la bienvenida y, a lo lejos, divisamos una casa.

—Bingo —dijo Branko.

Su aspecto exterior no era demasiado atractivo, siendo honesta. Se veía algo descuidada, sucia y las enredaderas se habían apoderado de las paredes. Casi que lucía abandonada...

—¿Estás seguro que aún viven allí?

—A menos que hayan huído, sí.

Al estacionarse frente a la casa, nos salimos del coche y caminamos con cuidado hacia la puerta principal.

Hasta hace una semana atrás, no tenía ni idea de su existencia y ahora me encontraba a punto de conocerlas, con algo de suerte.

Acerqué mis nudillos a la puerta y le di tres firmes golpes.

Nadie respondió, nadie se apareció. Volví a darle otra oportunidad y repetí aquella acción. Sin embargo, la suerte no estuvo de nuestro lado.

Me volteé a ver a Branko con la esperanza de que tuviera alguna otra idea en mente pero, para mi sorpresa, lo único que me encontré fue con sus ojos abriéndose de par en par, alarmado por algo o alguien detrás de mí.

Sin tiempo para pensar y con mis reflejos a tope, detuve el puño que se aproximaba a mi rostro y me aferré a él con fuerza. Pese a que aquel casi golpe me había tomado desprevenida, más lo había hecho encontrarme con aquella bella mujer frente a mí.

Su largo cabello anaranjado caía por sus hombros como si de cascadas se tratara, y sus ojos azules... Joder. Eran los mismos que Mitch.

Una diminuta sonrisa entre incrédula y sorprendida se apareció en su rostro, y nos examinó a ambos.

—¿Jensen? —soltó ella con cautela —¿Valdine Jensen?

Oírla pronunciar mi nombre provocaba en mí una sensación inexplicable. Se encontraba frente a mí la sangre de cuya persona se había marchado de este mundo.

—Tú debes ser Celia —hablé.

Ella acabó por dar a relucir su gigante sonrisa y mi pecho se consumió al recordar la noticia que debía darles.

—¿Es él tu novio? —preguntó, dirigiendo sus ojos hacia Branko —¿Jayce?

Al parecer, la sorpresa le impactó más a él que a mí al ahogarse con su propia saliva y echarse a toser.

—Jayce ya no es mi novio —revelé —. Él es Branko Wolf, la persona que me ha ayudado a encontrarlas.

—Branko Wolf —oí una voz femenina un tanto grave, y también escalofriante, proveniente de quién sabe dónde, y comencé a observar a mi alrededor —. Veo que te has decidido por JBG.

Noté a Celia haciendo el mayor de los intentos por reprimir la risa y me sentía como pez fuera del agua.

—Mamá, deja la actuación para después —le pidió su hija —. Si se han aparecido aquí, no debe ser nada bueno.

De pronto, la puerta principal se abrió y una mujer un tanto parecida a su hija se apareció. Llevaban el mismo color de cabello y sonrisa pero, sin duda, aquellos ojos los había heredado de su padre.

—Me alegra por fin conocerte, Valdine Jensen —Eliza alargó su mano hacia mí y la estreché —. Pueden adentrarse, si gustan.

Le di una diminuta mueca de agradecimiento y la casa no era para nada a como se veía por fuera. Los pisos brillaban, las paredes estaban pintadas de un color muy claro y se encontraba estupendamente decorada.

CODICIA [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora