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Marcas y reencuentro.

Ámbar.

El resto del camino se hace en un silencio pesado, enojados el uno con el otro. Y no conforme con haberme mandado a cerrar la boca, al llegar a la recepción recalca su molestia saliéndose del auto antes de que yo lo haga, y caminando a la par mía como sí fuéramos un par de desconocidos.

Una vez dentro, el maldito hijo de perra se marcha al otro lado del salón repleto de mujeres y hombres que lucen vestidos y trajes acordes a la celebración. Yo por mi parte me quedo charlando con el primer grupo de mujeres que me abordan al verme.

La molestia se expande por cada fibra de mi cuerpo cuando a lo lejos lo veo sonreír al grupo de personas al que se une, en el cual están dos de la mujeres que hace días Mía mencionó.

¡Y es qué no lo entiendo! Me enoja que se cierre, que no me diga que le sucede y porqué está molesto. Me hace querer tomar una roca y deshacerla contra su cabeza hasta hacerle entender que no puedo adivinar lo que siente o piensa.

Ha estado bien todo esté tiempo, se ha comportado a la medida de lo que se le presenta, claro que como ya he dicho, hay ciertas actitudes que vienen con nosotros desde que nacemos, esas que quizás son las peores viniendo de él. Sin embargo él no ha perdido el enfoque en este último año; su hija ha estado por encima de todo y por ella se ha mantenido bien, acudiendo a su psicólogo ahora una vez por semana, debido a los buenos resultados que ha tenido con el pasar de los meses.

Entiende ahora la importancia de tener el control sobre sí mismo, y es por ello que el regaño que nos dedicó hace un rato, no me molesta como debería de hacerlo, porqué eso no fué un ataque de ira, no fué una perdida de control o arranque de bipolaridad.

Simplemente fué una forma de liberar la histería, cansancio emocional o que sé yo, y aunque no me resulta agradable que me haya gritado a mí y a la niña, lo entiendo. Lo entiendo porqué muchas veces he estado en su lugar; cansada, frustrada, muriendo por descansar, pero entonces Mía se aparece con las energías a mil, indispuesta totalmente a dar su brazo a torcer.

Lo entiendo totalmente, porqué su hija es tan insufrible como él. Cuando se ponen en plan "se hace lo que yo quiera", sólo provoca gritarles para que entiendan que no pueden disponer del mundo de la manera que creen.

—Espero que estas celebraciones se repitan con más frecuencia ahora que empezarán a trabajar con nuestros esposos.— comenta sonriente Mavis Jones, tocando suavemente el brazo de las esposa de Lewis Davis, las mujeres de los socios.

Bella sonríe en acuerdo y yo hago lo mismo dando una rápida mirada en dirección a Damián.

Tomo aire, viéndolo interactuar tranquilamente, como no lo ha hecho conmigo desde que llegué de Los Ángeles...

¡Claro! Quizás por eso está molesto, ¡Pero es que eso no es una novedad!

—Me parece fantástico.— habla Bella, ganándose mi atención. vuelvo a sonreír.—¿Tú qué opinas, Ámbar?— me pregunta.

Bebo de mi copa y asiento.

—Está bien.— contesto simple.

Daniel Jones y Lewis Davis, no quisieron dejar pasar la oportunidad de celebrar el convenio entre nuestras empresas, y aunque la relación entre todos no sea muy estrecha, he de admitir que el ambiente y la hospitalidad, es agradable.

—¿Cuánto tiempo tienen separados?— pregunta otra de las mujeres del grupo cuando capta mi mirada inquieta sobre el rubio.

Me vuelvo a ella sonriendo forzadamente antes de dar otro trago a mi copa.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora